El mundo necesita más poesía
Hace unos años coincidí en Cuba con un programador mexicano que se hallaba en La Habana para asistir a una convención de informática y que, entre cerveza y cerveza, repetía que «el mundo para mejorar necesita mucha más poesía y muchos menos números». Me he acordado de aquel hombre al leer que el presidente de Egipto, Abdelfatah al Sisi, aconsejó hace unos días a los padres de los jóvenes de ese país que desean cursar una carrera de letras que se lo piensen dos veces antes de permitir a sus hijos iniciar este tipo de estudios, que en su opinión no resultan de utilidad. Según el mandatario, las carreras universitarias no relacionadas con las ciencias no tienen muchas salidas laborales y «en el mejor de los casos se puede acabar trabajando como profesor». Como si ser profesor no fuera una profesión importantísima para la sociedad. Como si no fuera necesaria esa enseñanza de las Humanidades para que nuestros jóvenes –también los de Egipto– aprendan a desarrollar competencias que les orienten en un mundo marcado por la incertidumbre, la posverdad, la desinformación y las pseudociencias. Dicen los integrantes de la recientemente creada iniciativa #ProfesoresdeHumanidades que los objetivos de una educación humanista deben ser procurar que los alumnos sean capaces, por sí mismos, de interpretar globalmente la realidad y de dotar de sentido a sus vidas; lograr que alcancen la madurez intelectual; desarrollar su capacidad de juicio, así como su libertad intelectual, y cultivar su sensibilidad estética y moral, mediante la lectura, el arte, la literatura y la reflexión pausada. Sí, señor Al Sisi, los estudios tecnológicos son muy importantes, pero no lo son menos los humanísticos. Porque sí, el mundo iría mejor con mas poesía.