Stop feminicidio

Es posible que al componer ‘Pedro Navaja’ en 1978, el músico Rubén Blades no fuera consciente de que aquel era «su momento» con el disco ‘Siembra’, el más vendido de la historia de la salsa. Es muy probable, también, que los millones de personas que entre sorbos, pasiones y verbenas, han bailado este tema no se detuvieran a pensar en el significado, trágico y demasiado corriente, de que un hombre apuñale a una mujer. En esa canción, la mujer había dejado de someterse al macarra para hacer la calle por su cuenta y riesgo.

El éxito musical ha sido versionado decenas de veces y ese personaje siniestro, llevado al cine, aparece en muchas referencias de otros artistas. La canción ha obtenido una gran fama como historia urbana en New York, con tintes latinos, aunque tiene su origen en la reinterpretación de una persona real que vivió entre 1702 y 1724 en Inglaterra, llamado Jack Sheppard, apareciendo en el repertorio de ‘La ópera del mendigo’, estrenada en 1728.

También se le dio otro giro como canción alemana ‘Mackie Messer’, de Bertolt Brecht y Kurt Weill en ‘La ópera de los tres centavos’, de 1928. Louise Armstrong la popularizó a ritmo de jazz en 1956 titulada’Mack the knife’. Yo la escuché cantada por Frank Sinatra, la primera vez. Palabras mayores y nombres grandes.

La melodía es pegadiza y la letra se recuerda para siempre; «el diente de oro que brilla por la avenida», «sorpresas te da la vida»... «quien a hierro mata a hierro termina» (Evangelio según San Mateo, Capítulo 26, versículos 51-52).

Es el sórdido retrato de una sociedad que permanece impasible ante la sangre de una mujer vertida sobre la acera, y se ha tomado casi 300 años para mantenerse en el candelero. No imagino, no me es posible extrapolar, que para ganar 99 céntimos de euro en iTunes y muchos likes en YouTube, alguien venda una canción hoy, en cualquier lugar del mundo, con la historia de una de tantas víctimas locales como protagonista.

Nadie se atrevería, ni yo, a acusar a los autores ni a los músicos de fomentar el asesinato de mujeres. Cada partitura, y guión escénico, es el espejo de la mentalidad de una época. «No hace tanto que los humoristas Martes y Trece fueron masacrados en las redes y en televisión, hasta el punto de tener que pedir perdón por el sketch de la mujer al teléfono en 1991: «Mi marido me pega». Sinceramente, nunca tuvo gracia y era de un gusto pésimo. El maltrato estaba asumido, como aquella buena mujer que afirmó: «Me pega... lo normal».

Para evitar suspicacias, mi lema es «un artista inspira a otro artista». Como tengo tiempo para crear, me he entretenido en hacerle un pequeño homenaje en video animación a esa mujer Josefina Wilson, caída a manos de un criminal barriobajero. De entrada es una reivindicación, por consideración a todas las Josefinas que han muerto solas y desaparecidas, a manos de los hombres sin piedad. No hay gobierno confiable, mientras se cometa otro asesinato. Lo que cuenta es la seguridad y la justicia. Tienen que acabar con las estadísticas y no autocomplacerse en el hecho de que este año han muerto menos que en el pasado. Ninguna, ese es el objetivo.

Es un tema universal, es arte, es música, ¿qué es Pedro Navaja?... es un feminicidio cantado y bailado para jolgorio general. A esto hemos llegado en tres siglos de progreso y cultura que, ya ven, tampoco significa educación.

El «criminal salsero» que quiso robarle el protagonismo a Jack el destripador, reaparece, vivo, en otra creación posterior titulada «Sorpresas». Entonces, es feminicidio.

Temas: