«Pon a la de las tetas más gordas»
Lluís Salvadó, el flamante presidente del Puerto de Barcelona, aboga en el criterio para la selección del personal femenino, al tamaño de sus pechos, «pon a la de las tetas más gordas». Palabras textuales de la grabación privada, que se ha hecho pública, de un alto contenido grotesco, sexista e inaceptable para cualquier persona que crea en el feminismo, en la igualdad de derechos y, por encima de todo, en el respeto que nos merecemos todas y cada una de nosotras.
Desconozco si este criterio de selección es común en su partido político, en su responsabilidad laboral o lo ha utilizado a lo largo de su trayectoria personal, pública o privada. De lo que sí estoy convencida es que estos comentarios demuestran un pensamiento carca, vejatorio y de gran calado de agresión a la mujer.
Después de haber alcanzado el derecho al voto, de haber enterrado a muchas líderes valientes que dieron su vida por la lucha de la libertad, vemos este retroceso de la igualdad real y efectiva.
Hoy a pesar de las cuatro conferencias mundiales que han elevado a la mujer y la niña a la categoría de seres humanos merecedoras de respeto y dignidad, después de haber debatido y abogado en amplios foros la igualdad de trato, nos encontramos ante este comentario ofensivo, decadente y retrógrado que no tan solo no ha sido reprobado por las instituciones, sino que ha sido premiado con un ascenso político.
El machismo no es un concepto antiguo, como estamos comprobando estos días, la superioridad agresiva de algunos hombres sobre nosotras, la mitad de la población mundial, es perversa y lacerante.
Hace pocos días, 25 de noviembre, celebramos en todo el mundo, el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, con la finalidad de visibilizar y denunciar la violencia ejercida desde cualquier ámbito de la sociedad. De poco ha servido al gobierno ‘feminista’ de la Generalitat de Cataluña, que premia la vulgaridad de la cosificación del cuerpo de la mujer y el lenguaje sexista, en boca de un político, un diputado de ERC. Tampoco hemos escuchado ninguna recriminación, comentario o valoración de la ministra de Igualdad, que tiene como un valor importante los acuerdos de la Agenda 2030. Pese a no ser un instrumento internacional vinculante, sino una vía de acción, la Agenda 2030 aprueba la eliminación de la violencia como marco imprescindible y fundamental para alcanzar el desarrollo sostenible, al que todos tenemos derecho.
Hay que recordar que la ministra de Igualdad muy a menudo se refiere a normativas de la ONU como apoyo a sus acciones, pues bien, la Convención de las Naciones Unidas remarca la importancia de la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, como también lo hacen la Plataforma de Acción de Beijing y el Programa de Acción de El Cairo.
A pesar de todos los parámetros internacionales de denuncia al trato vejatorio de la violencia contra la Mujer, no hemos escuchado a la ministra de Igualdad ni a la consellera d’Igualtats i feminisme afear las palabras del político catalán, que ve en el cuerpo de la mujer el mejor y único currículum para acceder a un cargo público.
Muy a pesar de Lluís Salvadó, las luchadoras por la igualdad real y efectiva de trato y de derechos reclamamos el empoderamiento de la mujer, la adopción de sus decisiones de forma plena y efectiva en la vida pública, sin estar sujetas en ningún caso a tener un físico determinado. No lo toleraríamos, ni antes, ni ahora, y mucho menos, en boca de personas que podríamos considerar formadas.
Solo educando también a los hombres que aún no han alcanzado la madurez suficiente para compartir trabajo con las mujeres, sin considerarlas meros elementos sexuales que decoran despachos, conseguiremos crear la sociedad que merecemos. No queremos ser evaluadas por el físico, no queremos escuchar nunca más, ni en boca de nadie, en ninguna circunstancia de trabajo, de política, ni de nada, eso de... para este puesto, «pon a la de las tetas más gordas».