Día de la madre
En estos días celebramos el día de la madre. Es un día de primavera, de flores, de regalos, de caricias y de besos. Todas recordamos a nuestras madres y celebramos que la vida nos ha colmado con el mejor regalo. Sin embargo, el día a día de las madres en nada se parece a ese ‘Mother Day’ o ‘Día de la Madre’. Las mujeres nos enfrentamos a una doble presión, ser mamás, como dicta el mantra patriarcal, y triunfar o sobrevivir como podamos en el mercado de trabajo: un ejercicio casi imposible de malabarismos cotidianos.
A lo largo de la historia, la maternidad ha sido utilizada como instrumento de control y supeditación de las mujeres. Debemos reivindicar la maternidad como una tarea imprescindible y común, y rompamos el silencio acerca del embarazo, el parto, la pérdida gestacional, la lactancia y el cuidado. Al nuevo feminismo emergente le corresponde pensar otra maternidad.
Las mujeres hoy en día están más preparadas que nunca. Llegan a la maternidad, muchas de ellas, después de haber conseguido una cierta estabilidad profesional y laboral. Sin embargo, una vez que esas mujeres llegan a la maternidad, se encuentran un camino lleno de obstáculos para criar y seguir con su vida profesional.
Se encuentran con que tienen que librar batallas en sus trabajos para poder conciliar, para poder extraerse la leche de su hijo/a al que desean seguir amamantando más allá de las 16 semanas de permiso postparto.
Necesitamos que se cumpla el texto de la Ley orgánica 3/2007 de 22 de marzo, en la que se contempla la No discriminación por razón de sexo, la Integración en las políticas laborales, y de salud laboral y los Planes de igualdad.
El objetivo del nuevo feminismo es hacer todo lo posible para sacar a la superficie a todas las mujeres, en todos los lugares, en todos los tiempos, que se nos niegan en la historiografía tradicional.
Poner en valor sus experiencias, es darnos referentes, es darnos herramientas para entender la importancia que tenemos nosotras y nuestras experiencias. De ahí que los grupos de apoyo a la lactancia sean lugares de encuentro, de reinvidicación y de acompañamiento para todas las madres.
El valor de las madres debe ponerse de nuevo en alza. La reciente sentencia del Tribunal Supremo no reconociendo las 16 semanas de más para las familias monoparentales (mayoritariamente formadas por mujeres) ha sido un nuevo varapalo para las mujeres y para la maternidad.
Esta sentencia es inexplicable, sobre todo cuando hay juezas que sí pueden disfrutar de este derecho y es ahora la justicia la que nos excluye. No es solo discriminatorio para las mujeres, sino para los menores, que tienen menos derecho a ser cuidados durante el mismo tiempo que otros niños.
Los Estados y las empresas deben prestar especial atención a la experiencia única que viven las mujeres y la discriminación estructural y los obstáculos que ellas enfrentan. Deben cumplir con las obligaciones de derechos humanos y responsabilidades que ordenan los Principios Rectores de la ONU sobre derechos humanos. Solo así lograremos una efectiva igualdad entre mujeres y hombres.