Oficios en crisis
Hoy tomo el relevo de la directora en su columna. Pero no se preocupen, es puntual. En nada volverán a encontrarla aquí. Mientras, tengo la necesidad de dedicar este espacio a un sector que vive en una crisis permanente. Hace un año que los agricultores tomaban las calles alzando la voz contra una Política Agraria Común (PAC) que aseguraban que les ahogaba. Podrían hablar en presente, de hecho, porque la situación no ha cambiado. Sus quejas son las mismas. Pero ahora son los pescadores los que gritan auxilio. Y lo hacen aún más tocados. No hablamos de crisis, sino de sentencia de muerte. El 9 y el 10 de diciembre, los ministros de Pesca de la UE debatirán el Plan de Gestión del Mediterráneo, que establece un límite de 20 a 28 días al año a la pesca de arrastre a partir del 1 de enero. Acabaría con el sector. Ya hablan de huelga. No están dispuestos a aguantar. «No hay ninguna empresa que aguante trabajando solo un mes al año», dicen. Y es algo tan obvio como surrealista. La Generalitat tampoco está de acuerdo, ni el resto de comunidades autónomas con flota en el Mediterráneo. Los motivos que llevan a ello pueden entenderse, pero pasa otra vez lo mismo: se cargan un sector económico, y oficios, sin tener preparada la alternativa. No es la manera. Antes de hacer saltar las cosas por los aires, hay que prever las consecuencias y preparar el día después. Evitar que las fichas de dominó caigan una tras otra al vacío.