Elogio de las palabras
Las elecciones municipales del 28 de mayo han provocado en los ayuntamientos giros tan inesperados como Uncharted, la última montaña rusa de PortAventura.
La victoria del PSC, la recuperación de Junts y la caída de ERC ha abierto la puerta a cambios en numerosas alcaldías. Algunos de ellos, tras pactos de última hora como el que ayer permitió a Jaume Collboni convertirse en alcalde de Barcelona, o como el que, el pasado martes, cerraron Movem Tortosa-PSC y ERC, con el apoyo externo de la CUP, y que dejó fuera del gobierno a Meritxell Roigé (Junts per Tortosa), tras 16 años de gobierno, los últimos cinco con ella como alcaldesa. Los pactos han dado la puntilla a la unidad soberanista, ya muy tocada tras la salida de Junts del Govern, y que esta semana se ha vuelto a comprobar en un tenso rifirrafe entre Pere Aragonès y Albert Batet por los respectivos acuerdos con el PSC, entre ellos, el que formalizaron el pasado martes, socialistas y republicanos en la Diputació de Tarragona.
La irrupción de Vox en numerosos ayuntamientos y equipos de gobierno es otra de las consecuencias de las elecciones del pasado mayo. Tras el experimento de Castilla y León, donde PP y la ultraderecha gobernaban juntos, ahora ha sido el turno de Valencia, donde ya hemos podido comprobar la hondura de lo que se avecina, con un extorero (Vicente Barrera) como vicepresidente del Consell y responsable de Cultura. El programa y los primeros discursos son toda una declaración de intenciones. Por ejemplo, el del diputado de Vox por Valencia y posible presidente de las Corts Valencianes, José María Llanos, que no dudaba en afirmar que la violencia de género y la violencia machista no existen. Triste y falso.
Por suerte, ayer también se escucharon frases que llegan al corazón. Estoy convencida de que, en cada municipio, los nuevos alcaldes se esforzaron en escoger bien las primeras palabras que pronunciaban en nombre de los ciudadanos que les votaron en las urnas. No debe ser tarea fácil resumir en apenas unos minutos la emoción y responsabilidad que se vive en ese momento. Por cuestiones de espacio les resumiré las de los nuevos alcaldes de Tarragona y Reus. Rubén Viñuales se reivindicó como el primer alcalde de Tarragona que procede de «barrio» y subrayó el esfuerzo de sus padres, el suyo y el de las políticas socialdemócratas, «que han permitido que un chico de Campclar fuera abogado y profesor». Mientras la primera alcaldesa de Reus, Sandra Guaita, dedicó su discurso a su abuela Mercè, como ejemplo de las muchas mujeres que hace años que luchan desde el anonimato por los derechos de las mujeres.
Personas excelentes
También escogieron sus palabras quienes recibieron los Premios Gaudí Gresol en su decimosexta edición. Estos reconocimientos se han convertido en una de las grandes citas del año en las comarcas del sur de Catalunya. Eso y algo más. Uno de los eventos que permiten a Reus ser referente y «capital» en la provincia, como explicaban Emili Correig, de la Fundació Gresol y Patrícia Terradellas, presidenta del Círcol de Reus. Durante la gala se abordaron muchos temas: el cambio climático, la brecha digital, la pobreza infantil, la soledad y el maltrato a los mayores, el potencial de las palabras y la riqueza lingüística. Pero fue, sin duda, conocer más a los diez premiados, seis mujeres y cuatro hombres muy diferentes, lo que resultó más enriquecedor. De la torrense Àurea Rodríguez, reconocida en la categoría Tecnología e Innovación por su persistente apuesta por la innovación de forma invisible, me quedo con su defensa y definición de la generosidad como un valor que no puede reproducir ningún algoritmo. De Ivana Miño (Artes Escénicas), que muchos descubrimos en la serie Ventdelplà, su dedicatoria del premio al esfuerzo y los innumerables «noes» y «casi» a los que se enfrentan a diario en los cástings actores y actrices a lo largo de su trayectoria.
La escritora mallorquina Maria de la Pau Janer (Literatura) porque pronunció, sin duda, el discurso con más mensaje político de la noche, con un elogio de la lengua y su llamamiento a salvar las palabras, querer las palabras y recuperarlas. Considero como ella que «s’acosten temps encara més difícils en què haurem d’estar molt units i tenir les idees molt clares».
De Elsa Punset, a quien tuve el honor de entregar el Premio a la Comunicación, destacaría el recuerdo a su padre, Eduardo Punset, y a la tierra de sus queridos abuelos, Eduardo, María y Roseta y a la defensa del valor de las palabras: «Necesitamos comunicarnos con palabras que no sean torres de marfil en las que aislarnos, que no sean armas arrojadizas con las que herirnos. Necesitamos palabras que nos ayuden a comprender... a tender puentes... a entendernos... palabras que sean brújulas que nos ayuden a seguir progresando en estos tiempos extraordinarios en los que nos toca vivir». Ojalá muchos tomaran nota de ello.
Esther Giménez-Salinas, Síndica de Greuges y reconocida como Catalana Ilustre, arrancó un aplauso de todos los asistentes dedicado a todas las madres y abuelas que nunca recibieron un premio. Y aseguró que el premio le da luz y energía para hacer del mundo un lugar un poco mejor.
El director de cine Juan Antonio Bayona hizo una defensa de la empatía frente al cinismo y el odio. Animó no a ser el mejor, sino uno mismo y a saber decir que no.
La vallense Mariona Escoda reconoció que el galardón le hacía especial ilusión porque es un premio a la Mariona de verdad. Mientras que el doctor Estivill se quedaba con haber hecho feliz a muchas personas con sus pautas para dormir. Y de los empresarios Antonio Cañete (Liderazgo Empresarial) y Josep Ametller (Medioambiente), me quedo con el esfuerzo y el compromiso de las miles de pequeñas y medianas empresas que cada día levantan la persiana y se comprometen a estar a la altura de las necesidades de la sociedad.