El zarandeo que te salva la vida

Duró apenas unos segundos en medio de una discusión que tampoco fue demasiado acalorada. Fue un zarandeó que, de repente, me hizo verlo todo claro: era hora de salir de allí.

Yo era muy joven y estaba encandilada. Tuvieron que pasar años para darme cuenta de que ese momento estuvo precedido de inexplicables ataques de celos, juicios velados a mi ropa, intentos por alejarme de mis amigos... A mí, que presumo de venir de una estirpe de guerreras.

Trato de no olvidar aquello cada vez que mi trabajo me pone ante el testimonio de una víctima. Me recuerda que ninguna mujer (porque las he conocido de toda condición) está a salvo.

Hoy es el día para homenajear a las asesinadas, pero lamento que, con frecuencia, nos quedamos en la cifra y no miramos hacia el origen, hacia el machismo que lo impregna todo y que ahora, peligrosamente, muchos quieren negar.

Y nos llevamos las manos a la cabeza diciendo que los jóvenes de ahora son más machistas (aunque no hay que dejar pasar que seguramente las denuncias están aumentando porque hay más consciencia). Y la culpa es del porno, del reguetón, de los videojuegos... Y es que son jóvenes, pero no extraterrestres, y crecen alimentados con el machismo que les damos con las papillas. Me temo que, como sociedad, tal vez necesitamos un zarandeo, de los buenos, de los que nos hacen despertar.

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