Túnel de Lilla, primer año: felicidades... y seguimos

Este miércoles se cumple el primer aniversario de la inauguración del enlace de las variantes de Valls (Alt Camp) y Montblanc (Conca de Barberà) de la autovía A-27. Son 5,1 kilómetros que incluyen el túnel del Coll de Lilla, de 1,4 kilómetros de longitud, el tramo más comprometido y que ha acabado dando nombre a la obra. Esta infraestructura ha superado numerosos obstáculos, retrasos e incompetencias desde que comenzó su ejecución, el año 2008, pero ya es una realidad que mejora la conectividad del territorio y repercute positivamente en las empresas locales, con un impacto directo sobre el Port de Tarragona, el complejo petroquímico, el turismo y el sector logístico. Un año después de su puesta en servicio, ya se ven sus beneficios concretos.

El ahorro de tiempo en este trayecto favorece el tráfico de mercancías y ofrece una conexión más rápida entre el interior y la costa. Las comarcas de Tarragona y las de Ponent se han acercado, así como los campos y la industria, desde Aragón hasta Cantabria, al Port de Tarragona. Hay otros impactos positivos más domésticos, como la mayor cercanía de los vecinos de la Conca de Barberà a su hospital de referencia en Valls, por ejemplo. Este primer aniversario del túnel del Coll de Lilla es, sin duda, motivo de celebración y enhorabuena. Pero también nos recuerda que el proyecto no está aún terminado sino a punto de terminarse. El túnel no es el final, sino una fase más de la prolongación de la A-27, que culminará en Montblanc enlazando con la autopista AP-2. Ya que no se contempla, por ahora, convertir esa ruta una autovía de largo recorrido entre Tarragona y San Sebastián, cuanto antes debe acabarse la conexión desde el túnel hasta la autopista y la capital de la Conca de Barberà. El Ministerio de Transportes ya ha adjudicado las obras complementarias de la conexión de la A-27 con la N-240 y otras actuaciones en esa autovía. Es de esperar que no sufran los embrollos y retrasos del tramo precedente. Las comarcas de Tarragona necesitan un compromiso firme de las administraciones para completar las infraestructuras que garantizarán su crecimiento y prosperidad futura. El primer aniversario del túnel de Lilla es un hito, por supuesto, pero solo alcanzará sus objetivos cuando la A-27 y la AP-2 se conecten.

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