Telegram: la responsabilidad de expresión

Hace unos días la detención del presidente de Telegram, Pavel Dúrov, ha vuelto a poner sobre la mesa el eterno debate entre la libertad de expresión y la responsabilidad que esta exige a todos los medios. El multimillonario de origen ruso fue detenido en un aeropuerto parisino acusado de no colaborar con la justicia gala. Las autoridades francesas consideran que esta plataforma de comunicación permite el desarrollo de actividades delictivas de todo tipo, desde redes de pederastia hasta crimen organizado, pasando por tráfico de drogas y terrorismo.

Telegram tiene 950 millones de usuarios en el mundo y es la red preferida por muchos partidos políticos españoles y catalanes para sus comunicaciones internas. Siempre se la ha considerado menos vulnerable a los programas de espionaje como Pegasus. La UE es tajante respecto a la necesidad de proteger a los europeos de la difusión de la desinformación. Por otro lado, Telegram ha preferido la defensa del anonimato y su visión de libertad por encima de todo. El debate no es blanco o negro. Gonzalo Boye ha criticado esta detención. Otros también lo han hecho. Al final, la libertad también es responsabilidad y no todo vale. Pero cuando empezamos a poner límites a nuestras comunicaciones es que algo no funciona. El enfermo hace días que tiene fiebre.

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