Solucionen el problema de las palomas

De entre todos los quebraderos de cabeza que tenemos los habitantes de Tarragona hay uno que nos tiene particularmente exasperados: la inacción ante el nivel de excrementos de palomas de nuestra ciudad.

En el suelo, en las ventanas, en los cables de electricidad (donde también anidan), en los bancos, en los balcones (Tarragona debe ser la ciudad con más cuervos de plástico -a los que se les supone la capacidad de ahuyentar a las colúmbidas- del hemisferio occidental), en los coches, los edificios abandonados...las heces de estos animales decoran nuestras vidas. Las palomas llevan siglos conviviendo con nosotros.

Desde que abandonaron los acantilados y riscos donde vivian para instalarse en los edificios que los humanos empezamos a construir a orillas del Tigris y el Eufrates. En la India o en Afganistán, los criadores de palomas son reverenciados y el vuelo en grupos se convierte en competición feroz. Tampoco hay que olvidar el papel que las palomas mensajeras jugaron durante los conflictos.

Durante la Primera Guerra Mundia, más de una fue condecorada por su heroismo. Y no deberíamos olvidar el símbolo mundial de la paz que Pablo Picasso transformó en icono. Su adaptabilidad al medio, hace de las palomas un ejemplo de naturaleza integrada en el medio urbano. Son animales bellos y nadie propone su exterminación.

Aquí hablamos de control y de racionalidad ya que la superpoblación de palomas es considerada plaga por la las agencias de salud pública. Hoy publicamos que el Port de Tarragona popone al Ayuntamiento una entente cordiale para buscar soluciones.

Queremos creer que no es una promesa más, un escurrir el bulto más. Que esta vez se van a poner manos a la obra y que en un futuro próximo cuando veamos a un par de palomas danzar juntas en su ritual de cortejo, las admiraremos y apreciaremos como lo que son: unas viejas amigas.

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