Situación crítica por la sequía
La situación comienza a ser crítica, si no lo es ya. Los pantanos de Siurana y Riudecanyes se encuentran al 7 y al 9% de su capacidad, respectivamente, lo que da idea de la pertinaz sequía que venimos padeciendo y cuyas consecuencias ya hemos comenzado a notar.
La Generalitat considera que para salir del episodio de sequía «tendría que llover 50 litros cada día durante cuatro meses», un escenario que los meteorólogos no contemplan. En este contexto, ya hay pueblos que han empezado a abastecerse con camiones cisterna, en tanto que el Govern ha comenzado ya a imponer algunas restricciones en diferentes zonas.
En concreto, en las cuencas de los ríos Ter y Llobregat (abastecen a varias comarcas de Barcelona y Girona) y del acuífero Fluvià-Muga (Empordà). La prioridad es garantizar el agua de boca y evitar el riesgo de desabastecimiento en un momento en que Catalunya tiene un volumen de reservas «muy bajo», del 27%, a las puertas de la primavera y de un verano complicado por las altas temperaturas registradas en los últimos años.
Una derivada importante de esta situación es la dificultad para regar los campos de cultivo, una amenaza para la supervivencia de muchos agricultores y para muchos alimentos, cuya producción se verá seriamente mermada, lo que redundará en un nuevo incremento de su precio.
Aseguran los expertos que, pese a que sufrimos la peor sequía del siglo, el abastecimiento de agua de boca parece garantizado y no se repetirán las imágenes de 2008, cuando la Generalitat se vio forzada a llevar agua en barco desde Tarragona para abastecer Barcelona, pues desde entonces se han hecho algunos deberes y se han activado mecanismos para asegurar la disponibilidad de agua, como las plantas desalinizadoras.
En todo caso, la falta de agua a las puertas de una primavera y un verano que se prevé largo obliga a activar todas las luces de alarma y a extremar las medidas de ahorro de agua.