Seguridad global
Otra guerra puede iniciarse en el Pacífico y su dimensión tendría consecuencias impredecibles
La Conferencia sobre Seguridad en Múnich que acabó ayer es la cita anual para el análisis de la situación internacional y es el marco elegido tradicionalmente para lanzar mensajes relevantes y celebrar reuniones sin el férreo protocolo oficial. Las reflexiones de los responsables políticos permiten leer entre líneas y entre bastidores la cruda realidad. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, recordó que el conflicto en Ucrania no se reduce a la seguridad europea, sino que se trata de la seguridad global e incluyó a China como una amenaza al señalar que otra guerra puede iniciarse en el Pacífico y su dimensión tendría consecuencias impredecibles y nada agradables.
Los responsables de la diplomacia de Estados Unidos y China mantiene abierto el diálogo, pero las declaraciones públicas resultan bastante hostiles y poco esperanzadoras de lograr una reducción de la escalada de tensión provocada por la destrucción de los globos espías o meteorológicos que sobrevolaban el cielo norteamericano. Preocupación porque el ministro chino reclamó a los europeos que reflexionen porque hay fuerzas interesadas en que la guerra continúe en Ucrania y el secretario de Estado acusaba a China de proporcionar armas a Putin, después de que la vicepresidenta Kamala Harris acusara a Moscú de crímenes de lesa humanidad durante su invasión en el Donbás.
En esta atmósfera tan bélica, los aliados europeos demuestran que no están preparados para un enfrentamiento de media o larga duración. Los llamamientos de sus dirigentes a incrementar la inversión en defensa, en la cooperación para la fabricación de municiones, de acelerar la entrega de armamento pesado a Ucrania y de sortear las discrepancias sobre el apoyo total al Gobierno ucraniano evidencian una peligrosa debilidad política y estratégica de Europa frente a los desafíos lanzados por Vladímir Putin.