Se acabó el pastel. La izquierda ‘cool’ es historia

Estamos en una nueva era política. Durante los últimos 40 años, más o menos, hemos vivido en la era de la información. La economía posindustrial se ha construido por gente de educación y valores similares. Los mismos que consideran que la geografía no es importante: si el capital y la mano de obra altamente cualificada querían concentrarse en Bali, Tarragona o Baden Wüttenberg, no importa lo que ocurriera con todas las demás clases sociales que han quedado olvidadas. Las políticas migratorias facilitaron que personas con un alto nivel educativo tuviesen acceso a una gran movilidad, mientras que los trabajadores menos cualificados se enfrentaban a la precariedad. Viramos hacia tecnologías verdes favorecidas por quienes trabajan en píxeles, y desfavorecimos a quienes trabajan en la industria manufacturera y el transporte, cuyo sustento depende de los combustibles fósiles. Quienes ascendían en la escala académica eran aclamados, mientras que quienes no lo hacían se volvían invisibles. La situación era especialmente difícil para los hombres jóvenes. En las pasadas elecciones, el Partido Demócrata tenían un objetivo: combatir la desigualdad. Había un gran abismo de desigualdad delante de sus narices y no lo vieron. Se centraron en la desigualdad racial, la desigualdad de género y la desigualdad de la comunidad LGBTQ+. Es difícil centrarse en la desigualdad de clase cuando has ido a una universidad multimillonaria y viajas a Sri Lanka a hacer yoga. Donald Trump será un narcisista monstruoso, pero algo no va bien cuando la clase educada se mira en el espejo de la sociedad y solo se ve a sí misma. Los votantes estadounidenses no siempre son sabios, pero en general son sensatos, y tienen algo que enseñarnos. Quienes tratamos con condescendencia a Trump deberíamos hacer un ejercicio de humildad. Estamos entrando en un periodo de aguas salvajes. Trump es un sembrador del caos, no del fascismo. En los próximos años, una plaga de desorden asolará Estados Unidos, y quizá al mundo, sacudiéndolo todo. Pero en el caos hay oportunidad para una nueva sociedad y una nueva respuesta al asalto político, económico y psicológico trumpiano. Estos son los tiempos que ponen a prueba los valores que tanto pregonamos. Ha llegado la hora de ver la realidad.

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