Las realidades de la inteligencia artificial

El artista berlinés Boris Eldagsen ha conseguido desatar una animada polémica sobre la inteligencia artificial en la creación de imágenes fotográficas tras adjudicarse el prestigioso galardón de los Sony World Photography Awards y rechazar el premio tras reconocer que su obra era una provocación creada con ayuda de un algoritmo. Eldagsen había presentado al concurso un retrato de dos mujeres de dos generaciones que posan una detrás de la otra, la mayor escondiéndose tras la más joven, realizado como si fuera una imagen antigua. «Imágenes creadas con la ayuda de inteligencia artificial y fotografías no deben competir entre sí en un premio como este», argumentó el fotógrafo alemán para explicar su rechazo del premio y denunciar la falta de control por parte del jurado de estos galardones.

La inteligencia artificial, que ha llegado para quedarse, plantea muchos retos e incertidumbres. Los ministros del G7 responsables de las políticas de digitalización tienen previsto impulsar un plan de acción sobre la IA para promover la investigación y su uso responsable, en medio de la rápida proliferación de las herramientas con esta tecnología –como ChatGPT– y las preocupaciones surgidas sobre potenciales fugas de datos de los usuarios. Actualmente cada país cuenta con sus propias regulaciones sobre esta materia, ajustados a sus respectivos sistemas legales.

Al margen de sus beneficios, que los tendrá, el peligro latente de la inteligencia artificial no será ella misma, sino cómo la utilicemos. Habrá que acostumbrarse a vivir en dos realidades: la real propiamente dicha y la ficticia, con una frontera imprecisa entre ambas. Y ambas sospechosas tanto de verosimilitud como de falsedad. De las fake news pasaremos también a las imágenes manipuladas o irreales –como la de Eldagsen–. Los tiempos están cambiando. ¿A mejor?

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