La promesa y el riesgo de superar lo humano

Publicamos hoy un análisis detallado y alarmante acerca del transhumanismo, un movimiento que promete un futuro «post-humano» basado en las promesas del superbienestar (eliminar el sufrimiento), la superinteligencia (potenciar las capacidades cognitivas) y la superlongevidad (prolongar la vida). Estas seductoras metas que, en principio, deberían ponernos de acuerdo a todos, plantean serias preocupaciones. El problema radica en la visión del ser humano que sustenta el movimiento, al que se adhieren en mayor o menor grado los nuevos magnates tecnológicos: Elon Musk, Sam Altman, Peter Thiel, Mark Zuckerberg, Sundar Pichai...

El transhumanismo considera a los humanos máquinas biológicas defectuosas, degradadas debido a condiciones que caen fuera de su arbitrio y su ciencia –el clima, algunos fenómenos naturales, ciertas enfermedades...– y también a causa de las limitaciones de su misma humanidad, como sus decisiones erróneas o la diversidad de pasiones que acompañan la vida y que, a veces, acaban en guerras, crisis y conflictos. En el fondo, los grandes enemigos de la humanidad, según los transhumanistas, son la naturaleza y la libertad, paradójicamente, los dos factores que definen lo humano y que, por ejemplo, otorgan a la representación y a la deliberación su carácter de herramientas excelentes para resolver los problemas porque respetan... La naturaleza y la libertad humanas.

El transhumanismo, en cambio, considera al humano como una construcción fallida frente a la precisión de las máquinas y los algoritmos. En su versión más extrema –pero no la más impopular entre sus adeptos–, propone abandonar el cuerpo para fusionarse como puros datos en un ordenador universal que libere al hombre de sus limitaciones biológicas y sociales. La cancelación del ser humano en favor de la máquina, no hace falta decirlo, tiene implicaciones problemáticas de dominación y control. ¿Es la humanidad una etapa prescindible?

El futuro que el transhumanismo ofrece el ser humano es convertirse en una cosa, en una máquina más. La libertad ya no reside en la capacidad de decisión y acción autónoma de cada cual, sino en la rigidez y precisión del algoritmo. Esto implica una deshumanización profunda, donde la libertad es sacrificada en favor de la perfección técnica. ¿Puede ser humana esta existencia desencarnada y sin alma?

Temas: