La movilización gana a la extrema derecha

Los pronósticos no se han cumplido y la extrema derecha de Marine Le Pen no ha ganado las elecciones. No sólo eso, sino que se ha llevado una derrota sin paliativos más que considerable. Las proyecciones le dan una clara victoria al Nuevo Frente Popular con un horquilla entre 172 y 192 escaños, mientras que Ressemblement National, el partido de Jordan Bardella se quedaría con una horquilla de escaños de entre 132 y 152. El partido del presidente Emmanuel Macron no obtiene la victoria, pero consigue algo esencial que es quedar por delante de la extrema derecha. Las proyecciones le otorgan entre 150 y 170 escaños. En el campo de la derecha conservadora y gaullista la cosa ha ido relativamente mal y se quedan con unos 65 escaños, mientras que la derecha tradicional que se ha aliado con la extrema derecha se lleva unos 16 diputados. Claramente, la apuesta de movilizar conjuntamente a los electores de la izquierda francesa ha funcionado. Se impone una ley que dice que cuando la movilización es importante la izquierda suele tener mejores chances de llevarse la victoria. Es algo así como que la derecha siempre vota y por eso gana en más ocasiones. No se trata de una ley de la física, por tanto está sujeta a error, pero en este caso sí que se ha cumplido. Porque lo sucedido en Francia no tiene más explicación que el entusiasmo. Los franceses no han votado con miedo, han votado con pasión. El miedo no te da victorias. La pasión sí. Esto tampoco no es receta de una solución ni rápida ni simple. Francia va a tener que acostumbrarse a las reglas sutiles del parlamentarismo, de la negociación, de la cesión, de la transacción. Algo habitual en muchos países europeos, pero una rareza en un país acostumbrado al mando vertical, jupiteriano de un presidente con poderes de rey del siglo XVIII. Veremos cómo se organizan las negociaciones y quién va a acabar viviendo en el palacio de Matignon. Una cosa es segura, Jordan Bardella y la extrema derecha no serán sus inquilinos.

Temas: