La indignación llena las calles de Valencia
Miles de personas protestaron ayer contra la desastrosa gestión del presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón. El PP valenciano reaccionó echando balones fuera... hacia Catalunya: «La de hoy es una manifestación politizada. Las entidades catalanistas de ‘Països Catalans’ vienen a montar lío y colapsar la ciudad de València. No les importan nada las víctimas, solo la política», aseguró el partido. Lo cierto es que Mazón está cada vez más cuestionado no ya entre los ciudadanos de a pie y sus rivales políticos sino en su propio partido y la prensa próxima a sus planteamientos ideológicos. Ya tarda en reconocer su responsabilidad y dimitir, pero este es un verbo que apenas se conjuga entre los políticos.
Ante tanto politiqueo, hay que valorar más que nunca la importancia de la ciencia. Será la ciencia quien nos ayude, si la incompetencia de los dirigentes de turno no lo impide, a paliar desastres como el de la DANA de Valencia. Por esto es de capital importancia la próxima cumbre del clima que se celebra a partir de mañana en Bakú (Azerbaiyán). Los representantes de 197 estados y la Unión Europea están llamados a plantear, negociar y adoptar nuevas acciones colectivas contra la emergencia climática.
Una lucha global que, precisamente en este justo momento, se encuentra en un momento delicado. Por un lado, 2024 será recordado por sus fenómenos extremos ligados al cambio climático y por volver a batir récord de temperaturas como el más caluroso desde que hay registros. Por otra parte, en materia geopolítica, este año también queda marcado en el calendario por el regreso a la Casa Blanca de un negacionista declarado como es Donald Trump.
Hacer frente a las consecuencias del cambio climático requiere de inversiones globales en medidas concretas y voluntad política. Sobre lo primero, esto es, la financiación de las acciones de adaptación para hacer frente a la emergencia climática, se esperan los acuerdos más relevantes de esta cumbre de Bakú. Es el gran objetivo de este encuentro que, aunque muchos lo llaman de transición de cara a la próxima cita en Brasil -de hecho no se esperan acuerdos sonados-, tendrá que fijar una cuantía sí o sí en lo que se conoce como Fondo Verde internacional.