La imagen desoladora de una sequía preocupante

La emergencia por sequía fue el tema estrella de la actualidad de nuesrtro país hace un par de meses. Las restricciones, sobre todo en las comarcas de Barcelona, se endurecieron, y la concienciación ciudadana alrededor de esta cuestión fue incrementando a marchas forzadas. Ahora la situación ha cambiado. Las últimas lluvias hicieron dar marcha atrás al Govern de la Generalitat, que a día de hoy sigue en funciones y con Pere Aragonès en su recta final. Pero la situación es preocupante. Mucho. Pantanos de referencia de nuestras comarcas como el de Siurana y el de Riudecanyes están en mínimos históricos y ni siquiera llegan a un 3% de su capacidad. Es más, sus gestores aseguran que no suministrarán agua a los agricultores que dependen de ellos. Esto significa que la sequía sigue aquí. Y sigue más viva y fuerte que nunca. Las lluvias son esporádicas y temporales, pero la situación genera un problema a largo plazo que tiene difícil solución. Es paradójico porque la mayoría de municipios no deben cumplir ninguna restricción por sequía. Las imágenes hablan por sí solas.

Solo en cuatro años, el cambio es exponencial. El paisaje es desolador. Hay varios proyectos sobre la mesa que ayudarían a desahogar la situación más a largo plazo. Pero la sequía corre más rápidamente que las inversiones. Los propios agricultores son los que más conocen la realidad de los embalses de sus municipios, y llevan tiempo explicando la problemática, alertando de las posibles consecuencias que puede suponer todo ello a largo plazo. O quizás no tan largo. Pero no se les escucha. La sequía va íntimamente ligada a la crisis del sector primario, que hace apenas unas semanas llenaba las calles de tractores y gritos pidiendo justicia. Todo se junta y hace que sea complicado de sobrellevar. Y el sector está enfurecido y preocupado por la situación. Los payeses piden más determinación. Medidas reales. Y no solo inversiones. Se trata de una necesidad estructural. Urgen medidas y urgen ya.

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