La diosa Fortuna y sus ritos ancestrales
¿Ganar la lotería puede arruinar tu vida? Cuando se reveló a principios de esta semana que un británico anónimo había ganado 177 millones de libras en el sorteo de EuroMillions de noviembre, convirtiéndose en el tercer mayor ganador de lotería británica de todos los tiempos, el periódico conservador DailyMail lo anunció con toda la imparcialidad de un hada mala en un bautizo: «Otros grandes ganadores», decía la segunda parte del titular, «han enfrentado la ‘maldición de la lotería’ con divorcios, enfermedades, rupturas familiares y muertes».
Si sigues el progreso de los ganadores de la lotería a través de los periódicos, se puede llegar a pensar que todos viven la misma historia moral. Como si la suerte fuese una lección por aprender. Titulares como «La mala suerte de ganar» y «Un tesoro de historias terriblemente tristes de ganadores de la lotería» enfatizan el punto. Alguien con un trabajo ordinario gana millones, pero el regalo está envenenado y su vida pronto cambia drásticamente para peor. Se pelean con su familia y amigos y dejan a su cónyuge por otra persona, que resulta quererlos solo por su dinero. Dejan su trabajo y pasan todo el día gastando el dinero. Pronto se encuentran en bancarrota, sin amigos y con problemas de adicción, llorando que ganar la lotería fue lo peor que les pudo pasar. De alguna manera se trata de un mensaje de reconforte: mejor no ganes, virgencita de Lourdes que me quede como estoy, más vale malo conocido que bueno por conocer. Es decir, que la diosa Fortuna no me designe, no me identifique, porque desde la antigüedad se trata de una deidad confusa. No todos saben qué significa tener buena suerte.
«Yo me conformo con tener buen salud», decimos mientras vamos cruzando todos los dedos y tocando todas las maderas que nos salen al paso. Estamos aún bajo la influencia de lo arcaico, de lo sobrenatural. La superstición no es otra cosa que intentar poner orden en el caos de la vida. Si hago esto, pasará esto otro... Somos ingenuos. Hemos gastado millones de euros para que hoy, 22 de diciembre, algunos puedan cambiar su vida; otros, mejorarla; muchos, darse un capricho; y la inmensa mayoría conformarse con el reintegro o con nada. Pero nos seguiremos diciendo los unos a los otros que la suerte no es el décimo. La suerte, es poder vivir para contarlo.