Impuestazo muerto: es la hora de los proyectos
No más excusas. Ya no hay impedimento. El impuestazo a las energéticas ha llegado a su punto y final. Seguramente lo veremos bailar aún vía alegaciones y proposiciones, pero la confabulación Junts-PP-PNV ha acabado con él. No entraremos en el debate ontológico del impuesto. Las bondades o no de gravar la actividad económica están sujetas a un exceso de emociones. Y las emociones no son buenas consejeras para políticas de largo recorrido. Por mucho que la ideología nos motive, la realidad, la realpolitik, es lo que nos hace prosperar. Lo ideal es que la ideología controle al pragmatismo. Hay líneas rojas, por supuesto, pero no todo puede ser ideológico ni todo puede ser puro pragmatismo. En el caso del impuestazo, el exceso de ideología era evidente. Como todo lo que tiene que ver con la industrialización, la tensión en la sociedad es clara. En el caso de Tarragona y del polo petroquímico más importante del sur de Europa, era necesario alejar el debate para centrarnos en la realidad. Las inversiones previstas (en el caso de Repsol estamos hablando de 1.100 millones de euros) dependían de de la seguridad jurídica a largo plazo. Dependían de no estar sometidos a vaivenes políticos que responden a necesidades cortoplacistas. La decisión de Junts per Catalunya de plantarse con determinación ante este impuesto ha sido la acertada. La reindustrialización de Europa no es un capricho: se trata de la supervivencia den nuestro modelo social. Si creemos que la justicia social puede mantenerse sin crecimiento económico, es que vivimos en el reino de Jauja, en la irrealidad. Ahora, sin embargo, ha llegado el momento de que los proyectos se concreten y de que el consenso político que generan en el territorio sea capaz de impulsar la vitalidad industrial que forma parte de nuestro ADN. Es cierto que falta por asegurar la energía necesaria para la descarbonización de nuestra industria. Este es ahora el nuevo reto. Pero al menos, la política ha hecho lo que debe hacer: responder a las necesidades de un sector económico sistémico que supone una proporción importante del PIB catalán. Todos quisiéramos vivir en un país con los servicios sociales de Noruega. Bueno, pues Noruega es uno de los principales productores de petróleo del mundo. Nadie es perfecto.