Fuga de enfermeras a la Atención Primaria
Buena parte del personal de enfermería que trabaja en hospitales públicos y tiene la posibilidad de elegir está abandonando estos centros para ejercer su profesión en la Atención Primaria, a tenor de lo visto tras la reciente resolución de las plazas de las oposiciones del Institut Català de la Salut de 2019.
Muchas de las enfermeras que dan este paso proceden de áreas especializadas como ucis o hematología, lo que generará un trasiego y un déficit transitorio en el complejo asistencial para suplir a esas profesionales que se van porque eligen trasladarse a una plaza de Primaria, sobre todo en un panorama de falta de sanitarios y con las bolsas tanto de enfermeras como de médicos a cero.
Serán sustituidas por otras profesionales que hacen el camino inverso, aunque en ocasiones lo hacen obligadas por haber obtenido una puntuación más baja y, por tanto, tener menos capacidad de decisión.
La consecuencia inmediata es que en estos procesos los hospitales suelen ‘perder’ a enfermeras bien cualificadas y con gran experiencia que conocían ya al dedillo el servicio de la unidad en la que estaban insertas. Es verdad que sus puestos son sustituidos por otras, pero, en el mejor de los casos, necesitarán un periodo de adaptación para alcanzar la excelencia, toda vez que su profesionalidad y la atención al paciente están garantizadas y fuera de toda duda.
Sin embargo, se trata de un problema que urge poner sobre la mesa en busca de soluciones. Y es que las enfermeras que se van de los hospitales lo hacen, según los testimonios de algunas de ellas, «quemadas» tras los duros años de la pandemia, porque se sienten «maltratadas» y por tener unos horarios muy largos que les impiden conciliar.
La salud es la primera prioridad para las personas, por lo que no parece de recibo que los profesionales dedicados a su cuidado no tengan unas condiciones laborales acordes con la trascendencia del trabajo que desempeñan.