Concurs de castells: la esencia de lo que somos

Siete horas con la piel de gallina es algo improbable. Siete horas de tensión, de pegar saltos, de suspirar, de gritar, de disfrutar. Siete horas de Concurs de Castells de Tarragona. Una vez más, el mejor espectáculo del mundo. Ríanse de la Super Bowl, de la final de Champions o un clásico Barça-Madrid. Y no, no exageramos. Siete horas de competición no están al alcance de casi nadie. Siete horas en las que compiten desde niños y niñas hasta ancianos venerables con la camisa gastada de años de sudor (la cantidad de bebés castellers en la plaza era remarcable, sin competir pero ya con camisa y chupete). Todas las generaciones confundidas, los géneros, la clase social, la raza, la religión. Se compite por algo efímero, levantar una torre humana para alcanzar por un segundo -con el roce de la mano- un pedacito de cielo. No hay dinero, sólo el orgullo de ser capaz de llegar más alto. No hay fama ni coches de lujo, sólo un abrazo que te estruja las costillas, lágrimas de alegría y de dolor que se confunden. Sudor, mucho sudor, cansancio, mucho cansancio, miradas al cielo, muchas miradas al cielo. No se trata de abusar de la metáfora. No somos excepcionales pero hacemos algunas cosas que no las hace nadie más. Bueno, los Govindas de la India nos han dejado a más de una con la boca muy abierta. Pero digamos que Catalunya e India. No es un mal tándem. No somos una pinya (los pitidos a los Castellers de Vilafranca forman parte de la tradición pero chirrían en un ambiente de fraternidad. No se entienden, no se deberían fomentar), no somos más que nadie. Pero los castells nos hacen diferentes. Eso sí. El Camp de Tarragona es la terra dels castells. Valls, Tarragona, El Vendrell y también Reus, Torredembarra, Altafulla...Nacieron aquí y es aquí donde adquieren su mayor mística. Ayer la Colla Vella dels Xiquets de Valls dio una lección de seny inconmensurable: decidió perder el Concurs (quizás lo hubiese podido ganar con una construcción más) para no poner en riesgo la integridad de la colla, y sobre todo de la canalla de la colla. Esa decisión de Manel Urbano, cap de colla, es oro de ley. Como lo fue la decisión del cap de colla de la Jove de Tarragona, Adrià Calvet. Hubiesen podido forzar la máquina, pero ganar no lo es todo. Ayer la prudencia fue la ganadora del Concurs. Enhorabona castellers!

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