Catalunya necesita política, no aspavientos

Que en agosto no pasa nada hace ya tiempo que dejó de ser verdad. Ese mes de parón, de calles vacías, de agendas cerradas, de siesta y moscas forma parte de un utópico pasado que no volverá. Y para muestra un botón con la semana que hoy empieza. El president del Parlament, Josep Rull, empezará mañana martes su ronda de consultas previas al debate que debería investir a Salvador Illa como nuevo president de la Generalitat de Catalunya. Será investido, si no hay cambios de guión gracias al Jovent Republicà, con los votos de los Comuns y los propios de ERC. Los pactos a los que se han llegado tienen mucha letra, quizás demasiada. Ya se sabe que las palabras son mágicas y el significado de las cosas puede tener muchos matices, pero parece claro que la financiación de Catalunya a través de un «concierto económico solidario» será la clave para que la legislatura -que deberá empezar en breve- tenga un camino estable. El PP ya ha anunciado que se opondrá a este sistema de financiación para Catalunya con todos los recursos posibles. No son pocos. Recordemos que este «concierto» requiere la reforma de una Ley Orgánica, la LOFCA, y para esa reforma la mayoría absoluta del Congreso es imprescindible. Es posible -en función del redactado final- que el concierto requiera una revisión de la Contitución. Todo ello nos lleva a la necesidad básica de regresar a la política con mayúsculas y abandonar los aspavientos, las retóricas y las grandilocuencias. De los unos y de los otros. Pactar, negociar, escucharse, entenderse. Todo ello siempre con un objetivo único: el bien común. Y eso pasa por respetar sus decisiones en las urnas, sí, pero también por no olvidar ni la historia ni la cultura ni las ansias de libertad de una Catalunya que lleva años intentado hacerse oír. Llevamos una década intentado conjugar lo que es imposible conjugar: la realidad con la poesía. El procés que necesitamos ahora es que se gobierne y se haga bien. Eso sería un cambio histórico.

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