Ya hay alternativa a la inversión bursátil

Durante los años posteriores a la Gran Crisis de 2008-2009 se puso de moda el acrónimo TINA (por las iniciales de «no hay alternativa» en inglés) para justificar, razonablemente, que para los inversores la Renta Variable era el último refugio frente a la represión financiera.

Los tipos de interés de largo plazo cayeron por debajo de la rentabilidad por dividendo que ofrecían los índices bursátiles, algo inédito en los últimos 50 años, con el añadido de que los dividendos se ajustan por la inflación (son una renta real) mientras que los tipos de los bonos no, por lo que la diferencia en términos reales era aún mayor.

Los riesgos deflacionistas de fondo explicaban la situación; los Bancos Centrales estaban dispuestos a mantener la represión financiera en los activos de renta fija hasta que, en las palabras de la economista alemana y miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), Isabel Schnabel, y que citamos en el Coordenadas de julio de 2021, «un período de crecimiento prolongado por encima del potencial de la economía y una espiral virtuosa de precios y salarios puede apoyar la demanda y sostener la inflación subyacente, y así ayudar a sacar a la economía de la Eurozona del entorno pre-pandémico de bajo crecimiento y permitir que la inflación converja hacia nuestro objetivo».

Eso era entonces. Lo que dice hoy es: «La probabilidad de que la elevada inflación actual se ancle en las expectativas es peligrosamente alta. En este entorno, los Bancos Centrales deben actuar con contundencia. Necesitan luchar con determinación contra ese riesgo». En otras palabras, se acabó la represión financiera, ya hay alternativa para los inversores.

El ajuste de un escenario a otro también ha dado la razón, a posteriori, a la hipótesis de TINA. Desde que Schnabel habló en julio del 21 hasta hoy, el índice de bolsa europea ha caído (con dividendo) un 9% y el de bonos, un 17%.

Joan Bonet CaixaBank Banca Privada

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