Tarragona quiere liderar la descarbonización industrial en Europa

La Comisión Europea mantiene su apoyo a proyectos estratégicos impulsados desde el polo petroquímico más importante del sur de Europa

Tarragona tiene una oportunidad para liderar la descarbonización industrial en Europa. La pasada semana, la Comisión Europea dio a conocer los 85 proyectos seleccionados en la última convocatoria de subvenciones del Fondo de Innovación de la Unión Europea, creado para «poner en práctica tecnologías limpias de vanguardia en toda Europa».

Entre estos proyectos, tal y como adelantó en exclusiva el Diari de Tarragona, se encuentra TarraCO2, un almacén de CO2 offshore frente a la costa de Tarragona (a unos 40 kilómetros en línea recta del polo petroquímico de Tarragona), impulsado por Repsol, crucial para gestionar el CO2 capturado de fuentes donde es difícil hoy la reducción de las emisiones (hard-to-abate), en industrias de gran consumo de energía.

Se trata, de llegar a materializarse, de una infraestructura estratégica para posicionar Tarragona como uno de los principales clústers industriales que lideran las tecnologías CCUS (captura, almacenamiento y uso del CO2, por sus siglas en inglés) en la Unión Europea. Y, con ellas, la descarbonización de la cuenca del Ebro, a menudo señalada como una de las regiones industriales que potencialmente pueden tener un papel destacado en esta transformación que está impulsando la Unión Europea.

En el informe Strategy CCUS, a viable solution for a sustainable future, elaborado con el apoyo de los fondos Horizon 2020 de la Unión Europea y publicado en 2020, ya se señalaba esta región como una de las siete más prometedoras del Sur y el Este de Europa, en un momento en el que el Centro y el Norte de Europa contaban con proyectos más avanzados en el despliegue de las tecnologías CCUS.

Cuatro años más tarde, esa carrera por no perder el tren de estas tecnologías estratégicas para la descarbonización industrial sigue adelante, con el polo petroquímico de Tarragona tratando de competir en el grupo de los primeros.

Los clústers industriales que dispongan de la infraestructura para capturar el CO2 que hoy genera su actividad, almacenarlo y (cuando más adelante estén maduras las tecnologías) usarlo a gran escala como una nueva materia prima, tendrán mejores opciones de sobrevivir a la inevitable selección natural que le espera a las industrias hard-to-abate, donde la tecnología o los elevadísimos costes no alcanzarían para descarbonizarlas.

Los proyectos CCUS seleccionados en esta convocatoria del Fondo de Innovación de la Unión Europea (como es el caso de TarraCO2), «capturarán CO2 y contribuirán con el 13% del objetivo de la NZIA (Net-Zero Industry Act) de almacenar al menos 50 millones de toneladas de CO2 al año procedentes de diversas fuentes difíciles de reducir (hard-to-abate) en industrias de gran consumo de energía, como el cemento y la cal, las (bio)refinerías, los productos químicos y la conversión de residuos en energía», explicaba esta semana la Comisión Europea.

Las tecnologías CCUS son una prioridad hoy en la estrategia de reindustrialización y autonomía estratégica que impulsa la Unión Europea, porque permiten compaginar la descarbonización con la competitividad, en línea con las recomendaciones que contiene el informe Draghi, que inspira la estrategia de este nuevo mandato de la Comisión Europea.

En el caso del proyecto TarraCO2, este futuro almacén podría ser un enclave estratégico en el despliegue de un futuro ‘Corredor Mediterráneo del CO2’ que no solo diera servicio a las industrias hard-to-abate de la cuenca del Ebro (con el área metropolitana de Barcelona como segundo polo industrial en importancia, después de Tarragona), sino que enlazase con el centro de Europa y toda la franja costera del Mediterráneo español.

Desde Repsol, sin embargo, y a pesar del apoyo explícito que supone para este proyecto la decisión anunciada esta semana por la Comisión Europea, extreman la prudencia, recordando que «Repsol ha solicitado al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico un permiso de investigación para explorar el subsuelo y evaluar la viabilidad técnica del proyecto», que todavía está pendiente de resolución y que, «aunque se apruebe el permiso de investigación, no implica que se desarrolle el proyecto, ya que es una licencia para evaluar el subsuelo, lo que marcará su viabilidad».

La Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT), que agrupa a las principales empresas con presencia en el polo petroquímico de Tarragona, fue menos comedida, y mediante su directora gerente, Maria Mas, expresó su satisfacción por el apoyo de la Comisión Europea a la estrategia de descarbonización que tiene en marcha este clúster industrial.

«Como sector -explicó Maria Mas-, es una gran noticia este reconocimiento europeo, en un proceso de selección en competencia, que representa la validación de que Tarragona está dando pasos en las nuevas tecnologías de descarbonización».

Un reconocimiento que se añade al obtenido hace algo más de un año, cuando en julio de 2023 la Comisión Europea decidió conceder también a Repsol -en otro proceso de selección competitiva tras el que quedaron muy pocos proyectos finalistas en Europa- hasta 169 millones de euros para construir la Ecoplanta de El Morell (con 106 millones de euros aportados por la CE) y el electrolizador asociado a ella (63 millones de euros de ayudas europeas), que debería ser, con hasta 150 MW, el mayor de España.

También en el caso de estos dos proyectos, con un presupuesto que suma una inversión conjunta de 1.100 millones de euros, su ejecución es estratégica para el futuro del polo petroquímico de Tarragona. En esta ocasión, para liderar las tecnologías de la generación de metanol circular a partir de residuos urbanos, junto a la generación de hidrógeno verde.

En este último caso, la carrera tampoco se detiene, y el liderazgo que ostentaba Tarragona en el proyecto de Vall de l’Hidrogen de Catalunya se ha diluido a medida que ha ido pasando el tiempo. Contar con el mayor electrolizador de España podría ayudar a recuperar el terreno perdido.