Sector financiero, nada es fácil
El riesgo del AT1 no es la insolvencia sino las crisis de liquidez
La minicrisis bancaria en los EEUU, junto con la operación forzada de fusión entre los dos bancos suizos principales, UBS y Credit Suisse, han tenido un impacto negativo en el precio de los activos que representan el capital de los bancos: acciones y bonos de capital adicional de nivel 1 (denominados AT1 por el acrónimo en inglés).
En el primer caso, el impacto viene, sobre todo, por la constatación de que el mecanismo que permite en los bancos mejorar los márgenes durante las subidas de tipos –ser más rápidos en el incremento del tipo en los préstamos (que en muchos casos está directamente ligado al nivel de tipo, como por ejemplo en las hipotecas con tipo variable) que a los depósitos, que en el caso de las cuentas a la vista ni siquiera suelen estar remunerados– funciona peor en un mundo de banca electrónica, en el que movilizar los depósitos hacia instrumentos con más rentabilidad (fondos monetarios, letras, etc.) es sencillo y rápido.
En el caso de los AT1, el daño es más profundo. Los bonos AT1 actúan como amortiguadores si los niveles de capital de un banco caen por debajo del nivel exigido por los reguladores. El instrumento es, pues, un mecanismo para garantizar la solvencia de los bancos en caso de pérdidas inesperadas, y para proteger a los acreedores tradicionales (depositantes, tenedores de bonos no subordinados, etc.). Los inversores en AT1 no tendrían que sufrir pérdidas, excepto en casos de insuficiencia de capital.
La operación de rescate de Credit Suisse orquestada por el gobierno suizo ha supuesto un terremoto en esta interpretación del papel de las obligaciones subordinadas bancarias. Las autoridades suizas hicieron la operación mediante un decreto en que, entre otras cosas, repetían que Credit Suisse era sobradamente solvente de acuerdo con la ley suiza, y que solo necesitaba asistencia de liquidez, así que los tenedores de AT1 respiraron aliviados.
Al cabo de pocas horas, sin embargo, publicaron una enmienda al decreto anterior, autorizando al gobierno para disponer del AT1 para reposar la liquidez que aportaba a la operación. De repente, el riesgo del AT1 no es la insolvencia (afortunadamente, muy poco frecuente en los bancos), sino las crisis de liquidez (bastante más frecuentes).
El perfil de estos instrumentos se ha deteriorado dramáticamente. Es cierto que los bancos emisores (y los intermediarios que los ayuden a colocar las emisiones) aseguran que es un caso excepcional, difícilmente repetible, pero en casi todas las acciones que rozan aquello inmoral, la más difícil de ejecutar es siempre la primera; una vez asentada el precedente, la amenaza de una repetición es inevitable.
Agustí Romagosa, de CaixaBank Banca Privada