Materias primas volátiles

Cacao, café, metales... las materias primas viven en una montaña rusa. ¿Cómo impacta en nuestra economía?

La volatilidad de las materias primas se acentúa. En su último informe, la Organización Internacional del Café (OIC) destacaba que el precio del grano de café de la variedad robusta había alcanzado su máximo histórico en 45 años, con un incremento, el pasado mes de abril, del 16,8%.

Junto a esta variedad originaria de Asia, con Vietnam como principal productor, el grano de la variedad arábica (la más popular, que concentra su producción en América Central y del Sur) se ha encarecido también a tasas de dos dígitos, aumentando en abril un 15% el precio en el origen Colombia y un 14,8% en otros orígenes.

Tras el café, el cacao vive también una espiral alcista que ha llevado a que, en el último informe de mercado elaborado por la Organización Internacional del Cacao (ICCO, por sus siglas en inglés), relativo al pasado mes de marzo, se constatase un incremento de precios en los contratos negociados en los mercados de Londres y Nueva York del 47% y el 44%, respectivamente.

Comparado con lo negociado un año antes, con incrementos del 4% y el 3%, el encarecimiento del cacao como materia prima está pulverizando los registros históricos. Parte de la explicación, en este caso y también en el del café, está en las oscilaciones de las producciones.

La caída de la producción de cacao en Costa de Marfil y Ghana, con un retroceso de 467.000 toneladas y 448.0000 toneladas, respectivamente, durante las últimas tres temporadas, ha contribuido a estas dinámicas de precios, dado el importante rol que tienen estos dos países en este mercado, donde juntos suman el 54% de la producción mundial de cacao.

Algo similar ha sucedido en el caso del café, donde una helada en 2021 en la producción de la variedad arábica en Brasil (uno de los principales productores de café del mundo) trasladó la demanda de grano de café a la variedad robusta, disparando sus precios hasta esos máximos históricos.

Pero no todo se explica por razones naturales. El café y el cacao son los dos últimos invitados (con permiso del azúcar) que se han unido al elenco de materias primas que viven en la volatilidad. Pero con el petróleo en cabeza y un séquito de metales, cereales y tierras raras, esa volatilidad va mucho más allá de una helada en Brasil o una plaga en Costa de Marfil.

Lo explica Carlos Gotor, presidente del Gremi del Cafè, organización empresarial que agrupa a los principales tostadores de café de Catalunya: «Materias primas como el café siempre han sido volátiles, porque dependen de las cosechas, del consumo... pero históricamente los movimientos eran más lentos: hoy es mucho más volátil».

«Cada vez -prosigue Carlos Gotor- hay factores más técnicos, y en el café están entrando fondos de inversión que, con muy poco, pueden mover el mercado, y hacen que esa volatilidad sea mucho mayor. Lo que hace que se maximice son los fondos de inversión».

«Al final -razona Carlos Gotor-, si un fondo puede invertir en diversas cosas y ve que una inversión pequeña en materias primas puede generar gran rentabilidad, invierte en ello. Los fondos tienen la capacidad de forzar el mercado sin límites, lo cual lo complica todo para empresas como las nuestras, que estamos obligadas a comprar esas materias primas».

Esos incrementos de costes, reconoce Carlos Gotor, «se están trasladando al producto final, y habrá momentos de tensión a lo largo del año, pero es más fácil que impacte en la gran distribución que en la restauración». ¿Asistiremos a escenarios como los que hemos visto con el aceite de oliva? «En el caso del café -rechaza Carlos Gotor-, no tendrá esa repercusión».

Europa, a la intemperie

Àngel Hermosilla, secretario general del Col·legi d’Economistes de Catalunya (CEC), coincide en que «todas las materias primas, siempre, son mercados muy volátiles, influenciados por la geopolítica y la economía financiera. Lo primero que sufrimos fue el petróleo, pero ha ido a más, y ahora afecta a muchas más materias primas, porque son activos financieros sobre los que se puede especular».

«Cuando cambian los contextos geopolíticos -prosigue Àngel Hermosilla-, esto influye, y claramente lo hace cada vez más, porque cuando los mercados financieros ofrecen una rentabilidad baja, se buscan esas mayores rentabilidades en las materias primas».

«Hay factores en función de si son metales, productos agroalimentarios... En el caso de los metales, están muy influidos por los tipos de interés: con una expectativa de bajada de tipos, el refugio se encuentra en el mercado de metales de Londres. A esto se le suman las sanciones de EEUU y Gran Bretaña sobre Rusia del pasado mes de abril», asegura Àngel Hermosilla.

«En los metales -añade este economista-, es evidente que no influye la climatología. Pero cuando hablamos de materias primas para productos agroalimentarios, es cierto que el fenómeno de ‘El Niño’ lo ha intensificado todo, y que si se mantiene esta situación de sequía y de colapso de lluvia en el mundo, seguirá haciéndolo, pero tenemos casos como el del cacao, donde la volatilidad de precios ha sido influenciada por la actitud de los gobiernos, que actúan para que se paguen precios más elevados».

Y, en medio de todo este escenario de mercados financieros internacionales y geopolítica global, Europa asiste como figurante. «El problema de Europa -analiza Àngel Hermosilla- es que no tiene autonomía estratégica. Ha basado todo su modelo económico en la importación de recursos, y tenemos una industria que necesita una serie de recursos que no tenemos».

«Si a eso le añades que las minas han ido a la baja en Europa, tenemos una oferta del todo insuficiente, ya sea para alimentar a la población, ya sea para producir tecnologías limpias. Eso nos coloca en una situación muy complicada», alerta este economista.

«Todo esto -añade-, la Comisión Europea lo tiene estudiado y analizado, con una serie de materias primas críticas, y llegas a la conclusión de que el gran ofertante mundial es China, con entre el 60% y el 70% de la oferta mundial de materias primas, ya sea porque tiene las minas o acceso privilegiado a ellas, ya sea porque procesan las materias».

«Es algo -concluye Àngel Hermosilla- que se puso en evidencia con la pandemia, cuando vimos que no éramos capaces ni de fabricar mascarillas, y que Europa no había tenido en cuenta, pero que ahora forma parte de la estrategia de la Comisión Europea». La pregunta, con respuesta incierta, es cuánto puede seguir resistiendo a la intemperie esa industria europea.