Llibreria Bruna: El espacio de Altafulla que recupera lo que siempre fueron las librerías
Elisenda Bru creó este proyecto como un sueño particular y para que los vecinos contasen con su ‘third place’ familiar. Un negocio muy personal con el que generar un lugar de calma y descompresión
La apertura de una librería siempre es motivo de alegría. Y si es con la delicadeza y el buen gusto de Llibreria Bruna, aún más. Por eso no es de extrañar que Altafulla la haya recibido con los brazos abiertos.
La propietaria y el alma de este proyecto es Elisenda Bru. Licenciada en derecho por la URV y máster en derecho ambiental, orientó su carrera profesional hacia el mundo universitario. Como para muchos, la pandemia significó un punto de inflexión: «barajábamos pasar un tiempo en el extranjero, pero tuvimos a nuestra hija y decidimos volver a Altafulla, que es donde residimos y levantar un proyecto personal», cuenta Bru. «Yo tenía muy claro que no quería volver a Barcelona, pero necesitaba un trabajo donde pudiese compaginar mi vida personal. A mí siempre me ha gustado muchísimo leer y mi marido lanzó la idea».
Y no fue algo baladí, porque al vivir en Altafulla, pudieron palpar las necesidades sociales. «La librería nace de una necesidad personal a muchos niveles: primero la conciliación, y segundo, porque vimos que Altafulla es un lugar maravilloso que tiene de todo, pero en nuestro momento actual familiar, nos faltaba ese third place donde poder socializar y pasar tiempo de ocio», argumenta Bru. Explica que perciben que hay una cierta «descentralización de la cultura» y que Altafulla en sí «es un pueblo con muchísima sensibilidad cultural donde las propuestas de alto nivel son muy apreciadas», además de contar con una comunidad internacional que genera una nueva ebullición social. «A mí siempre me han gustado mucho las librerías, es un sitio donde me siento muy a gusto y pensé que podría ser un beneficio propio y también para todo el pueblo».
Por más que se romantice un negocio así, no ha sido un camino fácil. Se trata de un proyecto cocido a fuego lento, con todo muy bien pensado por alguien que tiene mucho respeto por el sector. «Es mi segunda hija: ha sido un proceso de gestación de años, pasando por todas las fases, tanto las bonitas como las feas. Abrir la puerta ya era una meta, como ponerle el lazo a un proceso complicado... por eso ahora estoy tan contenta». Llibreria Bruna abrió sus verdes puertas el pasado mes de marzo y cuenta Elisenda que está sobrepasada porque la acogida ha sido espectacular. Aún así explica que es un negocio «con el que no te vas a hacer rico a nivel económico, aunque para mí la riqueza se mide con otros valores: mis ahora números modestos me aportan muchísimo más que otro trabajo con más sueldo».
Traspasar el umbral de la puerta de Llibreria Bruna es cambiar el ritmo de golpe: «cuando entran, la gente cambia de dinámica, el ritmo se les ralentiza», sonríe Bru. «Los libros invitan a parar, a descubrir... Hay una sobresaturación y necesitamos lugares de descompresión. La librería ofrece eso: volver a otra manera de hacer que todos necesitamos; si percibes la calma, te contagia», afirma la librera. «La gente lo aprecia mucho, lo agradece y es muy respetuosa».
Quien repasa las estanterías de Llibreria Bruna se da cuenta que los títulos, las propuestas y las editoriales son distintos a los que encontramos habitualmente. Una labor que denota estima y cuidado por lo que se hace. «Yo me guío mucho por lo que, de alguna forma, me resuena», argumenta Bru: «trabajo con editoriales en las que confío y que personalmente me gustan; tenía claro que no iba a vender lo más comercial: quería tener cerca lo que yo más conocía y lo que podía recomendar con más confianza».
Llibreria Bruna es un espacio de libros para la lectura reposada y masticada, un lugar que invita a la paz. «Es la esencia de mi madurez. En mi trayectoria vital me he encontrado en un momento de mujer adulta en que he situado muchas cosas y tengo claro qué es lo que quiero y lo que no». Llibreria Bruna es Elisenda Bru.