La IA pega el estirón
La Inteligencia Artificial da un salto notable con la tecnología de procesamiento del lenguaje natural y entra de lleno en el sector de las industrias creativas
La Inteligencia Artificial (IA) pega el estirón. Tras décadas como aquella gran promesa tecnológica algo difusa que nunca terminaba de concretarse, el año 2022 y, especialmente, su tramo final, han supuesto un cambio sin precedentes para un sector que, hasta el año 2030, promete impactos en el Producto Interior Bruto (PIB) de dos dígitos para la mayoría de economías avanzadas, según estimaciones de PwC.
El cambio es, ante todo, cualitativo. Aunque la Inteligencia Artificial ya estaba ahí y ganaba espacio día tras día, por primera vez se ha puesto al alcance del gran público de una manera fácilmente comprensible para los no iniciados. Los protagonistas han sido el procesamiento del lenguaje natural y la IA generativa. En concreto, DALL·E (junto a otras IA generativas de imágenes como ella) y, muy especialmente, ChatGPT.
Por primera vez, también, la IA se ha puesto creativa. Ahora, es capaz de generar con facilidad imágenes originales, propuestas de planes de marketing, recetas de cocina para blogs, programas informáticos, trabajos de Bachillerato y todo lo que queramos intentar, mientras no vulnere las limitaciones que le han dado los humanos que la han desarrollado.
«Ya había herramientas como estas -valora Robert Clarisó, director del máster universitario de Ingeniería Informática de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)-, pero lo que ha provocado este hype (subidón) es que se han puesto al alcance de todo el mundo, y cualquiera que quisiera las ha utilizado: el impacto ha sido bastante fuerte».
«No es una cosa que haya sucedido de un día para otro -coincide Antonio Moreno, subdirector de la Escola Superior d’Enginyeria de la Universitat Rovira i Virgili (URV)-, pero es verdad que desde los años 2017 y 2018 se ha disparado la velocidad en la que se están produciendo los avances y, hasta para los que estamos en este mundo, nos ha sorprendido».
«Ahora -prosigue Antonio Moreno- ha llegado al gran público, y sí que se podría calificar el momento de disruptivo, aunque el campo de la Inteligencia Artificial ya tiene setenta años. Lo que es cierto es que, desde el año 2010 con el resurgimiento de las redes neuronales y, especialmente, desde 2017-2018 con el tratamiento del lenguaje natural y la generación de imágenes, los avances son estratosféricos, y estoy convencido de que surgirá todo un ecosistema de emprendedores que utilizarán estas herramientas y lo intentarán monetizar».
Este profesor de la URV apunta aquí una de las grandes preguntas que asaltan a cualquiera que interaccione un rato con una IA generativa como ChatGPT. Su capacidad para generar contenidos de forma solvente (o con apariencia de verosimilitud) apunta directamente hacia las industrias creativas. ¿Hablamos de una nueva herramienta o de un potencial sustituto?
Antonio Moreno, de la URV, es de la opinión que «hemos de verlo como herramientas que debemos integrar en nuestro trabajo y aprovecharlas de la mejor manera, y cada vez habrá más interacción entre humanos y estas herramientas, cogiendo inspiraciones o ideas que habrá dado la máquina».
Este profesor de la URV pone un ejemplo: «Irán desapareciendo trabajos rutinarios y repetitivos que no impliquen reflexión, y la herramienta te dará ideas, pero no le puedes pedir que te ayude a aprovechar el ‘momento Shakira-Piqué’ para que te haga un eslogan con doble sentido que ligue para vender Twingos, porque no sabrá hacerlo. No tiene este conocimiento del mundo real y no pienso que la creatividad humana tenga que desaparecer».
Robert Clarisó, de la UOC, se suma a la reflexión: «Por un lado nos permitirá ser más productivos, y no he oído a nadie todavía que se queje de las calculadoras, pero es cierto que hay trabajos en los que se notará más el impacto de estas herramientas, donde esas personas pasan a tener un competidor de bajo coste».
En todo caso, añade Clarisó, «lo que no veo es que sustituya ciertas posiciones críticas. No creo que pueda sustituir a un abogado, pero sí pasarle documentación, y siendo conscientes de que se puede equivocar, como todos».
Albert Cañigueral, colaborador de la Fundació Factor Humà y autor de El trabajo ya no es lo que era, reconoce que «a muchos nos ha sorprendido la velocidad de los últimos años y su capacidad evolutiva, que también da un poco de miedo, pero hay que tener cuidado en no tener demasiada confianza en una herramienta que está empezando».
Sobre el impacto que esta tecnología puede tener en el mercado laboral, Cañigueral razona que «siempre que automatizas alguna cosa creas una nueva tarea, y soy de la idea de que habrá bastantes cosas que hacer por parte de los humanos. La automatización de procesos ya hace tiempo que existe, y es más un tema de cultura e innovación en las organizaciones, que no tienen tiempo de levantar la cabeza, que no el hecho de que sea más o menos accesible».
En este punto, «pienso que es necesario que todo el mundo que esté aquí -prosigue Cañigueral- hable, se relacione, y probablemente echaría en falta este sector pyme, porque [la IA] es algo que está liderado en gran medida desde el ámbito de las grandes consultoras. Debemos ponernos todos en alerta; pero verlo como una amenaza, eso no».
Esta reflexión estratégica colectiva, con el foco puesto en las pymes que constituyen el grueso de nuestro tejido empresarial, es uno de los puntos que contempla la Estratègia d’Intel·ligència Artificial de Catalunya (Catalonia.AI), un plan a tres años presentado en 2020, donde el entonces Departament de Polítiques Digitals i Administració Pública, junto al Departament d’Empresa i Coneixement, decidió destinar 10 millones de euros para ayudar a convertir Catalunya en un hub europeo de Inteligencia Artificial.
Gina Tost, actual Secretària de Polítiques Digitals de la Generalitat de Catalunya, hace balance: «Detrás de cambios tan disruptivos como este hay un temor, pero es un tren que no estamos dejando perder, con proyectos como AINA [un repositorio abierto de voz para que las inteligencias artificiales se relacionen con nosotros también en catalán], que está requiriendo nuevas posiciones».
«Hay una oportunidad -prosigue Gina Tost- de hacer entrar la tecnología en áreas como la educación, el arte o los procesos administrativos, pero siempre pensando que la máquina debe ponerse al servicio de las personas, y no al revés».
«Pero, aunque se genere un cierto temor asociado a la incertidumbre y el desconocimiento -añade Tost-, reacciones como prohibir [como está sucediendo ya en escuelas de secundaria de los EEUU con ChatGPT] lo considero un error; hemos de aprender a aprovecharlo. Para mí es mucho mejor que lo conozcamos, y si no hemos puesto las manos en ello no sabremos de qué estamos hablando y no podremos legislar con conocimiento de causa».
Brian Subirana, doctor en Inteligencia Artificial por el MIT (Massachusetts Institute of Technology) y director del doble grado Global BBA and Bachelor in Artificial Intelligence for Business de EADA Business School, analiza el momento: «Es un momento totalmente singular en la historia de la Humanidad, sin ninguna duda. La comparación que se puede hacer es como cuando cambiamos la mula por la potencia infinita del motor, donde la Inteligencia Artificial es el cambio del ábaco a la inteligencia total».
«¿Se podrán sustituir puestos de trabajo? Pues sí. La única cosa que nos quedará es la ética. Porque hemos de decidir qué hacemos con la IA, y quizás decidamos que nos tiene que dar trabajo, o quizás promulguemos una ley que prohiba los robots en la restauración», prosigue Brian Subirana.
En su opinión, las limitaciones que se avecinan no serán tecnológicas, sino materiales. «Las materias primas -razona este profesor de EADA Business School- serán lo que limitará la Inteligencia Artificial. La cuestión será ver cómo nos las repartimos. Hay que decidir cómo repartimos la riqueza que generará la IA, que será tremenda».
¿Y hoy, qué hacemos? Este experto apunta tres conceptos: «Valor de los datos, darse prisa y aprovechar la oportunidad que tenemos en Catalunya». El primer concepto no es otro que aprovechar ese valor de los datos que generan las pymes para llevar a cabo «un transfer learning» mediante estas nuevas herramientas de IA. El segundo es «el valor de ir experimentando e intentar colocarse delante, porque ser segundo o tercero no es aconsejable».
El tercero, referido a Catalunya, «al ser un país que tiene varias lenguas, tenemos una oportunidad bastante única. La Viquipèdia, por ejemplo, por mucho tiempo fue la segunda del mundo, por detrás del inglés. La riqueza de ser un país tan multicultural nos hace bastante únicos, y no hay ningún buen programador en el mundo que no quiera venir a Barcelona, o a Catalunya en general. Y eso es lo que nos hace ser hoy número uno en Europa en startups de Inteligencia Artificial», concluye Brian Subirana.