La excepción ibérica permite una tregua

El tope en el precio del gas en España y Portugal mejora la competitividad de las industrias de la Península Ibérica

El próximo viernes 24 de febrero se cumplirá un año del inicio de la invasión militar rusa de Ucrania. Una crisis que agrandó la escalada en los precios de la energía que Europa arrastraba ya desde el otoño de 2021, y que con el estallido del conflicto bélico en Ucrania llegó a disparar el precio de la electricidad en el Mercado Ibérico de Electricidad (MIBEL), integrado por los mercados eléctricos de España y Portugal, hasta un pico histórico de 550 €/MWh.

Marzo de 2022 cerró con un récord en el precio de la electricidad en la Península Ibérica de 283,31 €/MWh. Detrás de esta escalada se encontraba el precio del gas natural, un recurso del que Rusia era líder, y del que la Unión Europea se había hecho dependiente. La escalada de precios del gas natural tuvo un impacto directo en el mercado mayorista de electricidad de la Península Ibérica, que evidenció con crudeza las carencias de su diseño marginalista.

En esencia, ese diseño marginalista del mercado mayorista de electricidad determina que el precio de toda la electricidad sea fijado por la última unidad de generación necesaria para abastecer la demanda en cada hora. Siendo el gas natural la tecnología que con mayor frecuencia actúa como tecnología marginal, y con su precio disparado hasta alcanzar, el 8 de marzo de 2022, una cotización récord en el mercado ibérico de 241,36 €/MWh (cinco veces por encima del precio medio cotizado en 2021), la crisis energética, hace apenas un año, estaba servida.

Las perspectivas eran sombrías, y los costes energéticos pasaron a ser la primera preocupación, con diferencia, de todas aquellas empresas con un uso intensivo o medio de la energía. Ante esta realidad, los gobiernos español y portugués empezaron a trabajar en una medida que tratase de contener, de manera temporal, esa escalada en el precio del gas que terminaba repercutiendo en el precio de la electricidad.

En España, esa medida se plasmó en el Real Decreto-ley 10/2022, de 13 de mayo, por el que se establece con carácter temporal un mecanismo de ajuste de costes de producción para la reducción del precio de la electricidad en el mercado mayorista, con vigor por 12 meses y conocido también como ‘excepción ibérica’, puesto que era un mecanismo de ajuste adoptado de manera simultánea y coordinada por España y Portugal.

La medida, configurada como «un mecanismo de ajuste del coste producción de las tecnologías fósiles marginales», establecía un precio de referencia variable para el gas, comenzando por un valor de 40 €/MWh durante los seis primeros meses e incrementándose en escalones mensuales sucesivos de 5 €/MWh hasta alcanzar un valor de 70 €/MWh en el último mes.

Autorizado por la Comisión Europea el 8 de junio de 2022 y con perspectivas de prolongarlo como máximo hasta finales del presente 2023, ¿cuál es el balance de la ‘excepción ibérica’? ¿Hasta qué punto ha supuesto una ventaja competitiva para las empresas presentes en la Península Ibérica o simplemente ha sido una tregua que ha aplazado la crisis? ¿Se han abierto oportunidades para nuestras pymes y, de ser así, las estamos aprovechando?

Maria Mas, directora gerente de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT), que aglutina la mayoría de empresas presentes en el polo petroquímico de Tarragona, donde los costes energéticos son un elemento crítico para su competitividad, analiza la situación: «Pensamos que la estructura tarifaria del coste de la energía eléctrica en la Unión Europea debe sufrir un cambio, y ha de evitar estas subidas».

«El coste marginal -prosigue Maria Mas- te lo está determinando el gas, porque las renovables no son suficientes, y eso seguirá así. Con lo cual, modificar la forma tarifaria será una buena solución. El mecanismo de España para limitar este extracoste ha sido muy acertado, y ha evitado que el coste excesivo no real se haya repercutido a toda la economía».

«Hemos tenido -añade la directora gerente de la AEQT-, entre comillas, una ‘producción bonificada’, lo cual no había sucedido nunca, y eso ha sido positivo. Por otro lado -lamenta-, cuestiones como las redes cerradas, que nos permitirían mejorar nuestra competitividad [en el polo petroquímico de Tarragona], no han avanzado».

A expensas de la volatilidad

Preguntado por Diari de Tarragona, Rafael Myro, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), aseguró, en el marco de la jornada titulada Les perspectives futures de l’Economia espanyola i europea, organizada por la Facultat d’Economia i Empresa de la Universitat Rovira i Virgili (URV), que «la ‘excepción ibérica’ ha sido una idea estupenda de España, que ahora en Europa se está reclamando y adoptando», y que «aquí permitió, y eso está más que demostrado, una reducción significativa de los precios de la electricidad», informa Anna Carmona Ferrer.

«Nosotros hemos estado viviendo con precios más bajos que en otros países durante mucho tiempo desde que se aplicó», constata este economista que, a la vez, observa: «Lo que es una insensatez es que tú hagas depender el precio de tu electricidad de una mercancía tan volátil como es el gas». Más aún, «en un momento delicado como el que se ha producido en Europa con la guerra».

«Una cosa -prosigue Rafael Myro- es que tú tarifiques el precio de la electricidad según el coste marginal, que se debe defender porque garantiza la máxima eficiencia, y otra cosa es que la mercancía que marca el coste marginal sea una mercancía sujeta a todo tipo de cambios y volatilidades inmensas. Además, eso tiene un efecto indeseado sobre ganancias excesivas en los productores de energía».

Maria Llop, catedrática de Economía y directora del Departament d’Economia de la URV, coincide en que «la medida ha sido beneficiosa, porque ha mantenido los precios de la electricidad en niveles bastante bajos en comparación con otros países europeos, con diferenciales muy importantes que, en términos de empresa, han tenido un efecto favorable en su competitividad, como mínimo en coste de electricidad».

«Aunque no hay datos todavía -prosigue Maria Llop- para cuantificar cuál ha sido el ahorro a nivel de empresa, lo que está claro es que, solo mirando los precios de la electricidad, ha habido un efecto favorable. Pero es una medida transitoria, obviamente. Y, aunque se está hablando de una prórroga, no parece que pueda ser muy larga».

El polo petroquímico de Tarragona es uno de los consumidores industriales de energía más destacados del sur de Europa. Foto: Pere Ferré/Dt

«Europa -añade esta economista- lleva muchos años haciendo esfuerzos para tener un mercado único de la energía y para comercializarla con un precio único, y la ‘excepción ibérica’ rompe la filosofía del mercado único de la energía, así que no creo que esa excepción vaya a alargarse demasiado. Teniendo esto en cuenta, sin duda es una buena tregua para que las empresas hagan esfuerzos para aumentar la eficiencia energética, buscando sistemas para modificar su mix energético y sus costes, porque, en el momento en el que la medida se deje de aplicar, puede haber picos de precios».

Laura Garcia, portavoz de la Comissió d’Energia del Col·legi Oficial d’Enginyers Industrials de Catalunya (COEIC), constata que «es cierto que debido a la característica de la ‘excepción ibérica’ los precios han estado más contenidos que en el resto de Europa, pero hay que tener en cuenta también que la factura eléctrica no es la misma en toda Europa en cuanto a fiscalidad, peajes y cargos».

«La industria -destaca- está sufriendo mucho por los costes energéticos, y si bien este mecanismo de ajuste ha amortiguado el efecto de episodios de volatilidad de precios tan extremos como los que hemos visto, tampoco es que haya salvado tanta cosa».

En este sentido, Laura Garcia recuerda que «antes de la guerra de Ucrania ya hubo una crisis energética, con una demanda de gas que sufrió un gran incremento. Lo que hemos hecho ahora es intervenir un mercado liberalizado, y hay que vigilar mucho con los mensajes que se dan».

Joan Vila, presidente de la comisión de Energía de la patronal Pimec, es claro: «La aproximación de España con la ‘excepción ibérica’ fue un apaño para quedar en un término medio. La situación sin ‘excepción ibérica’ -admite- sería mucho peor para las empresas, pero cuando una cosa está muy mal, el hecho de que esté un poco menos mal sigue estando muy mal».

«Las pymes hemos sufrido mucho, y continuamos teniendo problemas graves. ¿Cómo evolucionará esto?», se pregunta Joan Vila. «La propuesta de nueva regulación del mercado -responde- es que los precios sean cada vez más cercanos a los precios ponderados, pero Alemania, Finlandia y los países del Este de Europa están en contra, y no termino de entender por qué. Es una mezcla entre ideología y lobbies».

«No volveremos allí donde estábamos en 2019 -pronostica este representante de Pimec-, y sin duda nos quedaremos con unos precios de la energía más altos, aunque no tanto como vimos el año pasado. Pero tampoco nos convendría que bajasen mucho -alerta- porque, si no, no hay transición energética. Por debajo de determinados niveles, las alternativas al gas, como la biomasa, el biogás o el hidrógeno, no son rentables y no se pueden desarrollar».

«Si queremos superar la situación que tenemos -recalca Joan Vila-, hemos de invertir en renovables. Lo que hemos de hacer es reducir el consumo de gas e invertir en tecnologías que requieran menos energía. El riesgo es que se frenen proyectos».

«Los incentivos más claros -coincide Maria Llop, de la URV- vienen ligados a un precio. Antes de fijar la ‘excepción ibérica’ había un incentivo muy claro a acometer una transformación energética. Pero cuando se establece el tope [al precio del gas] se enmascara ese incentivo. El tope es para dar tiempo a las empresas para llevar a cabo esa transformación, y si la señal se ha interpretado como ‘ya ha pasado, podemos estar tranquilos’, eso es un error».

«No creo -analiza Maria Mas, de la AEQT- que nadie, en el caso de la industria química, decida hacer una inversión porque aquí hay ‘excepción ibérica’, es demasiado breve, demasiado incierto. Lo que necesitamos -apunta- es que el país apueste por la captura de CO2, y fomentar inversiones relacionadas con temas de descarbonización».

«El hecho de considerar que la captura de CO2, su transporte y almacenamiento sea o no viable -prosigue Maria Mas-, será lo que puede determinar que lleguen ciertos proyectos de inversión o que determinadas industrias puedan irse. Hemos de descarbonizar la energía eléctrica, y todo eso lleva asociados aspectos como el hidrógeno».

«Nosotros [desde el polo petroquímico de Tarragona] intentamos transmitir las cosas de manera clara y sin alterar ni presionar nada, y creo que gracias a ello la Administración está planteándose hoy cosas como la captura de CO2 y su almacenamiento, de la cual hasta ahora no hablaba. Si no la abordamos, no seremos competitivos».

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