J. Morron y R. Tremosa: «Cien años después, la hidráulica dará a Catalunya un nuevo liderazgo»
Jaume Morron y Ramon Tremosa analizan las perspectivas de las energías renovables en un escenario global de descarbonización
Jaume Morron es hoy una de las voces destacadas en energías renovables que hay en Catalunya. Gerente de la Associació Eòlica de Catalunya (EolicCAT) entre 2006 y 2023, hace pocos días estuvo en Tarragona con Ramon Tremosa, profesor de Economía en la Universitat de Barcelona (UB) y diputado en el Parlament de Catalunya, para presentar su último libro, escrito a tres junto a Manel Torrent, titulado Renovables: l’energia de la llibertat.
Catalunya no arranca con las renovables. Hay quien dice que falta más pedagogía y comunicación para vencer determinados discursos ‘Not in my backyard’ (no en mi patio trasero). ¿Coinciden con ello?
La cuestión es tratar a la sociedad como adulta. Si hay que hacer lo que sea, hay que explicar los motivos y no infantilizar a la sociedad catalana. Es lo que sucede por ejemplo con la captura y almacenamiento de CO2, que es algo fundamental para que la petroquímica de Tarragona pueda ir adelante. Y aquí hay un gran trabajo por hacer por parte del ICIQ y la URV para explicar muy bien en qué consistirá esto y cuáles serán los beneficios, para cortar la posibilidad de que los Nimby (not in my backyard) hagan campaña y perdamos otro tren.
¿Qué trenes hemos perdido?
Muchos. Catalunya podría haber sido pionera en eólica marina en el Mediterráneo, por ejemplo. Pero hace 15 años se rechazó la prueba piloto frente a L’Ametlla de Mar que lo hubiese hecho posible. Es una combinación de falta de liderazgo y de la izquierda postopulenta que sufrimos.
Tarragona iba a ser un referente en hidrógeno verde, y poco a poco ese liderazgo se diluye. ¿Otro tren perdido, o es pronto para afirmar eso?
El hidrógeno hay que producirlo y utilizarlo en el kilómetro cero. Y, en materia de energía, ese kilómetro cero es Catalunya. La petroquímica de Tarragona utiliza 10 toneladas por hora de hidrógeno, y en los próximos diez años serán 15 toneladas, si progresa como ha de progresar. Y, si esas toneladas han de ser verdes, necesitarán 1.500 MW de potencia eólica o 2.500 MW solares fotovoltaicos, adicionales a lo que se prevé.
Y no están a la vista. Como mínimo, en ese ‘kilómetro cero’. ¿Cierto?
Efectivamente. Si no hay renovables de mucha proximidad no habrá hidrógeno verde, ni tampoco actividad industrial. Si no hacemos una planta fotovoltaica en Mont-roig del Camp, por ejemplo, la inversión de Lotte Energy Materials [en un complejo industrial para fabricar componentes de baterías eléctricas] no vendrá. Entendemos que si llegan inversiones industriales, no las dejaremos perder.
¿Cómo?
Vamos a poner a los catalanes ante el espejo. El mejor lugar del Mediterráneo para instalar molinos de viento es el golfo de Roses. Portugal está instalando 10 GW de potencia eólica sobre el mar. Grecia, 12 GW. Escocia, 25 GW. ¿Catalunya va a ser la única isla fósil de Europa? ¿Qué está haciendo todo el mundo? A los señores del Empordà se les dice que tendrán cables soterrados para esos molinos... ¿y dicen que no? ¿Entonces, qué quieren? ¿Las torres de Forestalia, con 80 metros de altura, que duran 100 años, y con el precio de la energía que te lo fijarán desde Madrid? Recordemos lo que dijo la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, refiriéndose a Catalunya: «El Estado no os puede imponer la generación [eléctrica renovable], pero sí el transporte y la distribución».
¿Ese es el horizonte?
Y ni así. Porque una línea de muy alta tensión son 4.000 MW. Necesitaríamos quince líneas de esas características en 2030, y quizás no habría suficiente para la industria. Hay partidos políticos que dicen que la petroquímica de Tarragona ha de cerrar. Ya se lo explicarán a las 30.000 personas que perderán el trabajo, porque todos dedicándonos a hacer mermelada, no lo vemos.
Hay quien espera lograr esos objetivos con instalaciones fotovoltaicas solo en tejados y zonas periurbanas degradadas. ¿Es posible?
Pues no. Para llegar a 2030 no es suficiente con fotovoltaica en los tejados. En Catalunya vamos de Liliput: no se están impulsando grandes proyectos renovables porque parece que haya fobia a la multinacional. Necesitamos generación renovable masiva, y hay 12 GW en proyectos encallados en la burocracia catalana.
¿Estamos en un punto de no retorno?
Es especular, pero no nos distraigamos. La situación de hoy nos provoca mucho nerviosismo, y más con una red de distribución del siglo pasado, que no está pensada para ese tipo de generación eléctrica. Por contra, la red de transporte que ya tenemos sí que admite proyectos.
¿La eólica y fotovoltaica son todas las opciones que tenemos?
No solo. La madera es el gran material de construcción del siglo XXI, porque la arena y el cemento se terminan, y en Catalunya tenemos mil millones de árboles. En Nueva York ya construyen rascacielos de madera y vidrio.
La derivada es la valorización energética de la biomasa que se genera con esta actividad, pero aquí no hay silvicultura, y no todos los árboles sirven para la construcción, ¿no es así?
Eso es porque no se ha hecho una gestión forestal, pero en cinco años lo puedes conseguir. Aquí tenemos pino rojo, muy apto para la construcción, y encina, que es la madera más dura. Luego tienes, como otras opciones energéticas, el biogás, que con 8 millones de habitantes, 20 millones de turistas y 8 millones de cerdos en Catalunya, tiene un potencial inmenso. Si del cerdo se aprovecha todo, del residuo del cerdo también se debe aprovechar todo. Pero, al margen de todo esto, la clave es la hidráulica reversible.
¿Esas grandes ‘baterías’ de energía a base de bombeos de circuito cerrado entre embalses a distintas alturas?
Sí. Sin reversibles a gran escala en nuestros pantanos no habrá transición renovable. En Catalunya tenemos 66 pantanos construidos con una potencia de almacenaje de entre 16 GW y 18 GW. Poniendo almacenes de bombeo en los ríos de frontera, podemos evitar las líneas de muy alta tensión que le comentábamos antes. Pero el Gobierno español ha de regularlo: todavía se espera que se regule la retribución de la inversión de bombeo. Con esos almacenes guardaríamos el excedente de electricidad renovable de Aragón y Catalunya. Es inimaginable que no se materialice.
¿Por qué?
Porque es algo que en muy pocos lugares de Europa tienen. ¿Cómo pueden acumular energía a gran escala en Alemania, si no tienen pantanos? Pero a nosotros, Dios nos ha bendecido con el desnivel. Tenemos 66 pantanos que reúnen las condiciones en el Pirineo, no hay que esperar, ya están construidos, podemos tirar adelante. La alternativa a no hacerlo son las MAT (líneas de muy alta tensión), pero eso no llegará, porque antes que eso, llega la desindustrialización. Es algo que está ocurriendo en Alemania: en Baviera no hacen los deberes, y la misma patronal bávara alerta de que, si no tienen energía, las empresas emigrarán al norte.
Hay una opción más: revertir el cierre de las centrales nucleares, que en términos de CO2 tienen emisiones cero.
Cuando cierren las nucleares, Tarragona se quedará a la mitad de la generación. Pero de aquí a cinco años, en todo el mundo habrá más generación renovable que fósil, y resulta que los principales inversores en eólica marina son las petroleras, porque es más rentable que las nucleares. Lo que cerrará la nuclear será eso.
O, en lugar de la eólica marina, la alternativa a la energía nuclear puede ser el carbón, como ha sucedido en Alemania, ¿no? Eso no es precisamente descarbonizar...
El uso del carbón en Alemania está cayendo, y sube la generación renovable. Pero es que en Catalunya, insistimos, ahora que se termina la energía nuclear tenemos la suerte de disponer de esas centrales hidráulicas reversibles, que tendrán una segunda vida.
¿Cómo?
Su origen se remonta a la Primera Guerra Mundial. En 1914, cuando estalla la guerra, Gran Bretaña suspende la exportación de carbón, lo cual deja sin electricidad a toda la industria catalana. Entonces es cuando esos industriales deciden construir toda esa serie de centrales hidroeléctricas en el Pirineo y, gracias ello, en 1930 tenemos toda Catalunya electrificada. Ahora, la hidráulica nos dará un nuevo liderazgo, cien años después.