Industria: informe de situación

Seis profesionales analizan el momento de este sector en el sur de Catalunya: descarbonización, circularidad, energía, inversiones y talento son algunos de los retos

El sector industrial de Tarragona se reunió el 29 de noviembre en La Canonja para reflexionar sobre su presente y su futuro. Habló de los retos y oportunidades que afronta, pero también se reivindicó como fundamental para la estrategia industrial que impulsa la nueva Comisión Europea.

Lo hizo, con más de un centenar de asistentes, en la jornada titulada El moment de la indústria, organizada por el Diari de Tarragona en el Espai Mammuthus de La Canonja, en un encuentro donde la mirada local fue también europea y global, en consonancia con el papel que juega a escala internacional el polo petroquímico más importante del sur de Europa, acompañado por un tejido industrial diversificado, innovador y altamente internacionalizado.

Lo reconoció Manuel Szapiro, director de la Representación de la Comisión Europea en Barcelona, que durante su intervención de apertura de la jornada aseguró que «nuestro objetivo industrial [en la Comisión Europea] está muy bien representado por el ecosistema industrial del clúster de Tarragona: diversificado, innovador y dinámico».

«Nuestra estrategia industrial tiene como objetivo principal lograr una competitividad sostenible», prosiguió Manuel Szapiro, que afirmó que «sois un ejemplo de las inversiones limpias que hacemos en el territorio, y notablemente a través de los fondos Next Generation».

«En términos tanto de industria intensiva de energía como de Clean Tech, aquí se hacen cosas que son vanguardia para el resto de la Unión Europea», añadió Manuel Szapiro, que reconoció sin embargo un buen número de retos, entre los cuales está hacer frente a las políticas industriales «anticompetitivas» que impulsan países como China, el «riesgo de deslocalización por el carbono» (es decir, por la presión de las regulaciones europeas para impulsar la descarbonización de su industria), o un «acceso todavía insuficiente en Europa a la inversión privada».

La enumeración de desafíos siguió al constatar la distancia que existe todavía entre la investigación y la innovación industrial (a la cual se refirió con el concepto de ‘Valle de la Muerte’), la «necesidad de atraer y retener el talento», la encrucijada que supone el acceso a la energía y a materias primas críticas, y la «lentitud de trámites y permisos».

La lucha contra la burocracia es, de hecho, uno de las prioridades del nuevo Colegio de Comisarios de la Comisión Europea, y sobre ello Manuel Szapiro adelantó que «tendremos a finales de año un solo punto de contacto para cada Estado miembro para facilitar los trámites y permisos».

«Hemos de hacer mucho más -prosiguió Manuel Szapiro-, también para las pymes, en términos de simplificación, tanto regulatoria como administrativa. Tenemos que establecer hojas de ruta sólidas, sector a sector. El objetivo es escuchar las cadenas de valor industrial, los actores del mundo de la investigación, entender cómo podemos ayudar y acompañar a la industria para construir un business case adecuado para una economía circular y descarbonizada».

«Y no es casualidad -concluyó- que en Tarragona se concentren unos de los grandes proyectos de los Fondos de Innovación de la Unión Europea, desde el electrolizador al almacén de CO2, o la Ecoplanta de El Morell».

«En las próximas semanas -avanzó Manuel Szapiro-, la Comisión Europea tomará como primera iniciativa una Brújula de Competitividad (Competitiveness Compass), y en los cien primeros días adoptaremos el Pacto Industrial Limpio (Clean Industrial Deal), con un fondo de competitividad para poder escalar hasta el ciclo de innovación industrial toda la I+D que tenemos».

«El ecosistema industrial de Tarragona -concluyó Manuel Szapiro- ayuda a la Comisión Europea a preparar todas estas iniciativas y es un ejemplo paradigmático de lo que queremos lograr a nivel europeo, tanto con nuestras fuerzas como con nuestras vulnerabilidades. Aquí tenemos un banco de pruebas muy bueno de lo que podemos hacer todos juntos».

Tras esta previa, la palabra la tomó el territorio, en la mesa redonda titulada Per què és el moment de la indústria? Reptes i oportunitats del sector industrial al sud de Catalunya, con Mercedes Teruel, directora de la Càtedra per al Foment de la Innovació Empresarial de la Universitat Rovira i Virgili (URV) y vicepresidenta del Col·legi d’Economistes de Catalunya en Tarragona; Ignasi Cañagueral, presidente de la Comissió d’Indústria de Foment del Treball y director del Complejo Industrial de Dow en Tarragona; Maria Mas, directora gerente de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT); Javier Sancho, director del Complejo Industrial de Repsol en Tarragona; Xavier Ribera, director de comunicación, relaciones institucionales y sostenibilidad de BASF Española; y Joan Gaya, director de proyectos de Kronospan.

Por qué la industria

Por qué es importante tener industria. Especialmente una industria fuerte, innovadora y diversificada. Es la primera pregunta que se planteó antes de pasar a enumerar los retos y oportunidades que afronta esta industria en las comarcas del sur de Catalunya.

De dar respuesta a esta cuestión se encargó Mercedes Teruel, de la URV, que destacó el «alto contenido tecnológico, lo cual hace de la industria un sector con alto valor añadido, que dota de competitividad y riqueza a nuestro territorio, y hace que sea un motor de creación de empleo».

El alto grado de internacionalización de la industria hace, además que sea «un sector con efectos de arrastre muy potentes sobre otros sectores», explicó Mercedes Teruel, que enumeró como retos una descarbonización que «hace necesario el apoyo público» a consecuencia de la «elevada regulación y presión que se está dando en las empresas por esta transformación».

Entre las oportunidades se encuentran, en opinión de esta economista, la «digitalización para mejorar la eficiencia productiva», que «mejoraría la tipología de puestos de trabajo, mucho más cualificados».

«Si estamos donde estamos hoy -concluyó Mercedes Teruel- es porque en un momento del pasado se hizo una apuesta fuerte por la industria química: de nosotros depende que en 30 o 40 años nos volvamos a encontrar y veamos cómo se ha transformado esta industria». Dicho lo cual, apuntó hacia una de las claves que marcaron la jornada: «Hay que hacer inversiones, que son necesarias para el desarrollo económico de nuestro territorio y sociedad».

El momento de la industria

La segunda cuestión, central en esta jornada, fue abordar por qué es el momento de la industria. Los nuevos vientos de la Comisión Europea, con el inminente Pacto Industrial Limpio, son claros. Desde el territorio, Ignasi Cañagueral, en representación de Foment del Treball, explicó que «hablamos de competitividad sostenible: lo primero que hemos de hacer, antes de decidir descarbonizarnos, es ser competitivos en un mercado en el que podamos vender los productos hechos aquí».

«Y eso lo lograremos -prosiguió- si el coste de producción de estos productos es competitivo. Hemos de hacer, además, productos diferenciados. Y ahora, lo que toca, y de lo que habla el informe Draghi, es que esto hay que hacerlo con descarbonización, digitalización, innovación».

«Yo creo -añadió el también director de Dow en Tarragona- que como ecosistema tenemos las palancas adecuadas. Pero todo esto pasará si hay los apoyos adecuados. Si no hay apoyo y financiación por parte de los gobiernos, esto no pasará. Lo estamos viendo con China y EEUU, que tienen mecanismos de apoyo muy claros».

«Tenemos [en el sector industrial] una hoja de ruta muy clara, pero la regulación y la simplificación serán importantes», prosiguió Ignasi Cañagueral. En este sentido, «el cambio que ha hecho la Comisión Europea, de pasar de hablar de ‘verde’ a ‘limpio’, es un cambio conceptual muy importante, porque realmente añade pragmatismo, que es lo que ha faltado en los últimos años».

«La industria nos da autonomía estratégica, soberanía tecnológica... yo creo que como territorio hemos de apostar por tenerla aquí. La apuesta de la industria local es hacer todo este proceso. La hoja de ruta es ambiciosa, y esperemos que las políticas nos ayuden», resumió Ignasi Cañagueral.

Energía

En esta hoja de ruta, la energía es fundamental. Lo experimenta con crudeza la industria alemana desde el año 2022, cuando la invasión rusa de Ucrania significó el fin de un suministro barato de gas que, unido al cierre de las centrales nucleares, han sumido a ese sector en una grave crisis.

En Tarragona, la pequeña ventaja competitiva energética que su industria ha ganado en estos últimos años puede esfumarse pronto, con el cierre de las centrales nucleares a partir de 2030, sin sustituto a la vista. Ni renovables en cantidad suficiente, ni líneas de muy alta tensión para suplir esa pérdida de suministro.

De ello habló Maria Mas, de la AEQT. «El tema energético es básico para la industria», arrancó. «Nosotros -prosiguió Maria Mas- somos una industria electrointensiva. Tenemos un consumo muy alto de energía, y eso impacta mucho en el coste de producción. Es básico disponer de energía segura y estable a un precio razonable, porque esto es una pieza muy importante para nuestra competitividad».

«Solo para descarbonizarnos [en el polo petroquímico de Tarragona] necesitaremos -aseguró- multiplicar por cuatro el consumo eléctrico actual. Eso, sin incrementar producción. Si sumamos a otras industrias auxiliares complementarias, multiplicaremos por seis el consumo».

Y, con el año 2030 a la vuelta de la esquina, «un 59% de la energía consumida en Catalunya es de origen nuclear. No tenemos tiempo. El despliegue de las renovables es fundamental, pero no solo: esta energía hay que transportarla, y para ello se necesita una infraestructura eléctrica que no tenemos. Necesitamos muy alta tensión, pública o privada, y después puntos libres disponibles para conectarse, y no los hay».

Descarbonización

Javier Sancho, de Repsol, coincidió y matizó: «No tenemos demasiado tiempo, pero todavía estamos a tiempo». Lo hizo al hablar de descarbonización. «Cuando hablamos de transformación, es un reto mayúsculo, ingente, con muchos aspectos. Empezando por tener la tecnología para hacer la transformación. La que ya tenemos, implantarla. La tecnología de futuro que no tenemos, desarrollarla, y que seamos capaces de tenerla en cinco o seis años».

«Mientras tanto -prosiguió Javier Sancho-, no nos podemos quedar quietos, y las tecnologías puente las hemos de apoyar y acelerar: combustibles renovables, captura, almacenamiento y uso de carbono... son tecnologías que hemos de aplicar sí o sí».

«Tenemos el ecosistema y la tecnología -aseguró Javier Sancho-, pero todos estos proyectos los hemos de hacer viables, y eso significa que sean rentables. También que haya seguridad jurídica y fiscal: que las empresas tengan la tranquilidad de que, a la hora de invertir, las reglas del juego no vayan cambiando. Que los productos puedan llegar, que cuando decimos que los proyectos son estratégicos, los tratemos como tales y a los seis meses tengamos permisos, y no en tres años. Todo esto es hacer viable un proyecto».

«Si tenemos ecosistema, tecnología y proyectos viables, yo añadiría infraestructuras (eléctricas, viarias, logísticas) y, después, que esto no lo podemos hacer de espaldas a la sociedad. Nos hemos de explicar, hacer pedagogía, explicar por qué hacemos las cosas. Hay que dar información, acercarnos a la sociedad. Necesitamos una hoja de ruta de país, y que la transformación del polo petroquímico de Tarragona sea un objetivo de país».

Llegado este punto, Ignasi Cañagueral, de Dow, hizo el vínculo entre la electrificación y la descarbonización: «Electrificar es una palanca para descarbonizar. La electrificación es un reto, y hemos de disponer de energía baja en carbono y contar con tecnologías puente para la descarbonización. Que estén disponibles, que tengan el coste adecuado y que realmente nos permitan hacerla aquí. Hidrógeno bajo en carbono, hidrógeno circular, captura, almacenamiento y uso de CO2. Si podemos hacer esto, eso querrá decir que podemos seguir exportando desde el territorio».

Circularidad

Energía, descarbonización... circularidad. Un tercer componente que se encargó de explicar Xavier Ribera, de BASF. «Una palanca clara para la descarbonización es la circularización de los recursos. La circularidad no es un objetivo aislado, es algo que nos lleva hacia la descarbonización, y en este sentido, la industria tiene un doble reto: circularizar sus procesos productivos y, a la vez, investigar para circularizar los procesos de nuestros clientes y de la sociedad».

«Tenemos la tecnología y estamos inventando la tecnología. En circularidad, Tarragona ha sido pionera, a través del uso de agua regenerada, a través del reciclaje químico. Pero hemos de crear un marco para esta investigación, para atraer esas inversiones. Porque para poder invertir en ciencia hay que mirar el caso de negocio, y ese caso de negocio, o es competitivo, o esas inversiones no vendrán», aseguró Xavier Ribera.

«Solo para descarbonizar la industria española hay que invertir 75.000 millones de euros hasta 2050. Eso son 3.000 millones de euros al año durante los próximos 25 años. Eso ha de salir de los beneficios de las empresas, por supuesto, pero también han de estar respaldados por financiación pública. Si no, será imposible», añadió Xavier Ribera.

Inversión y talento

Las inversiones a las que aludió Xavier Ribera, junto al talento, centraron el último bloque de este informe de situación del sector industrial en la demarcación de Tarragona. De ello se encargó Joan Gaya, director de proyectos de Kronospan, una empresa que ha protagonizado, con una nueva fábrica en Tortosa, una de las últimas grandes inversiones industriales que ha atraído el sur de Catalunya.

¿Qué nos hace atractivos a la inversión internacional y en qué deberíamos trabajar? «En Terres de l’Ebre y Tarragona -explicó Joan Gaya- tenemos una posición estratégica para el futuro de Europa. Estamos ubicados en el Corredor del Mediterráneo, en un punto realmente estratégico en recursos y logística».

Respecto al talento, «es algo a tener en cuenta para la ubicación de inversiones, y su movilidad es clave -prosiguió Joan Gaya-, pero pienso que en ocasiones tenemos un planteamiento equivocado: el talento no hay que moverlo, se mueve solo».

«Al talento -añadió Joan Gaya- lo atrae la industria, lo atraen las oportunidades. Un lugar en el cual haya oportunidades de futuro y empleo de calidad. Lo que hace falta es ayudar a las industrias para que puedan hacer estas inversiones de calidad, y el talento se moverá allí donde haya oportunidades y futuro».

En este punto, Javier Sancho, de Repsol, añadió que «cuando hablamos de ser conscientes de lo que significa transformarse, estamos hablando de volúmenes de inversión de miles de millones de euros, y en este sentido las ayudas son claramente insuficientes. Hemos de buscar mecanismos que hagan que estas inversiones puedan ser reales. Descarbonizar solo un cracker [como los dos que hay en el polo petroquímico de Tarragona] son mil millones de dólares. El volumen es tan espectacular, que la capacidad de las industrias no está si no hay mecanismos».

Ignasi Cañagueral, de Dow, coincidió: «La financiación será clave. Las empresas definen la viabilidad de los proyectos en base al rendimiento económico de las inversiones. Las ayudas al capital, con una componente pública, serán lo que marcará la diferencia. Eso está pasando en EEUU y Canadá. Hemos de espabilar, y no solo en el capital, sino en los costes operativos».

«Hoy -ejemplificó Ignasi Cañagueral-, emitir CO2 vale 80 euros la tonelada. En 2030 quizás valdrá 150 euros la tonelada. Si te cuesta 300 euros capturarlo y almacenarlo, ¿por qué deberías hacerlo? La cuestión es si podrás pagar 150 euros adicionales por tonelada en 2030. Si descarbonizarte cuesta 300 euros, no sé si compensa. Por lo tanto, el componente regulatorio y de mecanismos de financiación será clave».

Xavier Ribera, de BASF, recordó algo que a menudo se olvida: «Las empresas competimos internamente, constantemente, por proyectos de inversión, y desde Tarragona lo hacemos con un componente emocional, pero desde fuera no hay ese componente emocional. Por eso nos tiene que obsesionar ser los primeros».

Joan Gaya, de Kronospan, coincidió con este análisis: «Si el territorio y las instituciones no ayudan a la empresa privada a presentar una propuesta que sea lo más atractiva posible, otro país lo hará. La inversión se hará, pero en otro lugar».

Ignasi Cañagueral, de Dow, describió el escenario, a modo de conclusión: «No se descarbonizarán los 45 crackers que hay en Europa, se descarbonizarán los más rentables. Cinco o seis ya han dicho que cerrarán. Lo que tenemos que hacer es ponernos los primeros de la clase».

La capacidad está, la voluntad también. Las complicidades, por parte de las administraciones públicas y de la sociedad, son el ingrediente que, en opinión de este sector, marcará la diferencia.