El futuro inteligente de la energía
La inteligencia artificial tiene un gran potencial en numerosos sectores y también en el energético, donde esta tecnología ofrece aplicaciones en toda la cadena de valor de la energía, desde la generación hasta el consumo, por lo que está llamada a ser clave en la transición hacia un modelo energético más eficiente, sostenible y descentralizado.
Desde principios de los años 2000, la inteligencia artificial se implementó en el sector energético para impulsar la optimización de la generación y uso de la energía, con aplicaciones en la predicción de la demanda y el mantenimiento predictivo de infraestructuras o en la optimización de la red de distribución para maximizar su eficiencia. Sin embargo, su verdadero potencial ha implosionado en los últimos años y lo mejor aún está por venir.
La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta indispensable para orquestar la generación, el transporte, el almacenamiento, la distribución y el uso de la energía, con aplicaciones flexibles y robustas que permiten gestionar redes descentralizadas y locales, optimizar el uso de los recursos e integrar e hibridar de forma eficiente fuentes renovables como la solar, la eólica, la térmica o la biomasa, entre otras, que no tienen una producción continua, que aseguren la fiabilidad de las redes energéticas modernas.
En Cataluña, proyectos como el Centro de Innovación en Tecnologías de Datos e Inteligencia Artificial (CIDAI), coordinado por Eurecat, contribuyen a impulsar la implantación de estas tecnologías en el sector y a mostrar su importancia con iniciativas como la publicación del Libro Blanco de la IA aplicada en el sector de la energía, con la finalidad de fomentar el uso de esta tecnología en todos los procesos energéticos, con el asesoramiento de expertos del sector.
Son numerosas las aplicaciones de la inteligencia artificial en el sector energético que ya se dan en Cataluña generadas por diferentes agentes de la cadena de valor, desde compañías privadas hasta centros de investigación o universidades.
El libro blanco recoge casos como la predicción de la generación solar y eólica mediante modelos avanzados, la creación de redes inteligentes que ajustan la oferta y la demanda en tiempo real o la gestión inteligente de almacenamiento de energía. También se están desarrollando sistemas que permiten la hibridación de fuentes de energía renovable y la monitorización de los consumos energéticos en procesos industriales, así como la gestión de transacciones energéticas en comunidades energéticas, donde los usuarios pueden intercambiar energía de forma eficiente.
El impacto positivo de la inteligencia artificial en el sector energético se extiende tanto a las empresas como a los consumidores. Desde un punto de vista técnico, permite aumentar la fiabilidad de la red, previniendo interrupciones y mejorando la distribución de energía en función de la demanda.
Asimismo, reduce los costes operativos en toda la cadena de valor, una mejora que se traduce en tarifas más competitivas para los consumidores. Además, los últimos años se han incrementado los programas en los que los usuarios pueden generar y vender su propia energía, contribuyendo a una gestión más descentralizada y sostenible del sistema energético.
Por todo ello, la inteligencia artificial es una herramienta clave para facilitar el uso óptimo de los recursos naturales y responder así a algunos de los grandes retos de la sociedad y la economía, como la aceleración de la transición hacia un modelo energético más sostenible y de la descarbonización para alcanzar los compromisos climáticos de la Unión Europea para 2050.
Jesús Boschmonart
Jefe de Desarrollo de Negocio de Ciudades e Industrias verdes de Eurecat