Asombrarse paseando
Andar sacude nuestro cerebro y nos prepara para pensar de modo diferente
Me gusta mucho caminar, aunque reconozco que debería hacerlo todavía mucho más. Siempre hay excusas: el mal tiempo, estar demasiado atareado, no encontrarse del todo bien... Andar sacude nuestro cerebro y nos prepara para pensar de modo diferente. Es una práctica bien conocida por muchísimos creadores que deberíamos tener más en cuenta.
Pero hay muchas maneras de caminar. Hoy quiero hablar de los paseos que pemiten asombrarnos porque los llevamos a cabo en entornos nuevos y estimulantes. Recuerdo algunas caminatas a lo largo de mi vida que me impactaron profundamente.
Una vez, en Nueva York, no podía dormir y decidí pasear por sus avenidas a las cinco de la mañana. Fue fascinante ver las tiendas, aún sin abrir, pero con gente en su interior preparando cosas. La luz en la calle era diferente a la habitual, una mezcla de luces y sombras, típica de las madrugadas, a la que no estamos muy acostumbrados. Recuerdo también un paseo por la isla de Skye, en Escocia, rodeado de montes verdes, niebla y misterio. O una caminata por los jardines Zen de Kyoto, en Japón, donde experimenté una deliciosa y profunda paz.
Los lugares diferentes y excitantes agitan nuestra mente en positivo y facilitan la entrada de nuevos estímulos que, a su vez, pueden generar nuevas ideas. Se producen colisiones creativas que acaban siendo muy provechosas para tomar decisiones o ver las cosas desde una perspectiva diferente. Tengamos en cuenta que investigadores de Stanford comprobaron que caminar en una simple cinta de correr aumenta en un 81 por ciento nuestra creatividad divergente. Todavía más si salimos al aire libre y paseamos por entornos novedosos y sorprendentes.
Se trata de observar lo que vamos viendo durante el paseo y trenzar analogías con el reto creativo que nos preocupa. ¿Vemos quizá un buzón de correos con una forma extraña? Planteémonos si el formato de nuestro nuevo producto podría ser parecido. Pasamos por un local de esmalte de uñas y vemos muestras de vivos colores. ¿Podemos incrementar la potencia cromática de nuestros anuncios en redes y no limitarnos a los siempre aburridos colores corporativos? ¿Adaptar el color a cada tipo de mensaje?
Los paseos de asombro pueden ser grandes oportunidades para pensar de forma analógica. Encontrar analogías estando sentados en un despacho aburrido es muy difícil. Hacerlo en una silenciosa calle de Copenhage observando los escaparates de las tiendas de diseño es fascinante.
Las empresas deberían trabajar mucho más fuera de sus locales. La inspiración no se produce normalmente en lugares poco intersantes. Las grandes ideas tienen lugar en entornos emocionantes, disruptivos, transgresores. ¿Qué esperamos para invitar a nuestros colaboradores a explorar lugares asombrosos para abrir sus puertas perceptivas y dejarse llevar por el misterio?
Franc Ponti es profesor de innovación en EADA Business School