Jaume Morron: «En Catalunya falta coraje para liderar la transición energética»
Gerente de la Associació Eòlica de Catalunya (EolicCat) y director de dialEc-Comunicació per a la Sostenibilitat, además de coautor, junto a Ramon Tremosa, del libro ‘Energia Sobirana’
Jaume Morron i Estradé es gerente de la Associació Eòlica de Catalunya (EolicCat), asociación empresarial del sector eólico de Catalunya, además de socio-director de dialEc-Comunicació per a la Sostenibilitat, una micro-agencia de comunicación especializada en aumentar la aceptación social de los proyectos de energías renovables.
Con amplia experiencia en ONGs de defensa ambiental y de promoción de las energías renovables, Jaume Morron ha trabajado en empresas multinacionales industriales en las áreas de dirección, operaciones, marketing, comunicación y relaciones públicas.
Junto a Ramon Tremosa, acaba de publicar el libro Energia Sobirana: com Catalunya pot ser autosuficient en energia renovable (Pòrtic Edicions).
Hace años, Ramon Tremosa, con quien usted acaba de publicar un libro, aseguraba que «Catalunya será logística o no será». ¿Hay que cambiarlo hoy por ‘renovable’?
Con Ramon Tremosa, precisamente hemos escrito el libro para dar argumentos, porque la alternativa es la dependencia energética de terceros, y la primera consecuencia de ello es el precio de la energía, con la pérdida de competitividad que conlleva. Hay que hacer esta transición energética hacia las renovables, descarbonizando, porque cerca de un 80% de la energía hoy en Catalunya es de origen fósil, un 13% es nuclear y las renovables son el resto. Pero tanto la nuclear como la de origen fósil son energías ajenas, lo cual nos deja muy poca soberanía.
A menos que se conecte una línea de muy alta tensión con Aragón y la hagan pasar hasta Barcelona...
Desde el gobierno español no pueden imponer proyectos de renovables a Catalunya pero, si no se hace nada, sí que impondrán redes de transporte, ciertamente. Con lo cual perderemos parte del potencial negocio de la generación. Y traer la electricidad desde Aragón hasta Catalunya, además, cubriría solo una tercera parte de la electricidad que necesita Catalunya hasta el año 2050. Incluso en el caso de que fuese posible, Catalunya debería hacer parte de sus deberes para alcanzar los 66.000 MW de generación renovable que necesitará en 2050, sin contar la potencia de almacenaje.
El año 2050, fijado por la Comisión Europea para que Europa sea el primer continente climáticamente neutro...
Sí, pero es que si no hubiese cambio climático, esa transición también se tendría que hacer, es obligatorio ir hacia las renovables y hay que hacerlo deprisa, porque todos los vecinos lo están haciendo muy rápido. En Europa, si escuchan al presidente del gobierno español para alguna cosa es en materia de energía, y hay que ser el máximo de soberanos posibles.
¿Cómo lo hacemos aquí?
Hay planes, con la Prospectiva Energètica de Catalunya 2050 presentada por la consellera d’Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural, Teresa Jordà, en febrero de este año, que procedía de un plan de 2017. Una de las claves es que, como vamos hacia un sistema basado en energías variables, necesitamos disponer de una gran capacidad de almacenaje, para aquellos momentos sin sol ni viento.
¿Y cómo se consigue?
Hay una buena noticia, aquí. Y es que nuestros bisabuelos construyeron 66 embalses en el Pirineo, que ahora se pueden conectar entre ellos con un sistema de centrales hidroeléctricas reversibles, utilizando el agua de manera infinita. El principio es simple: si en lugar de dejarla fluir como hasta ahora, para generar energía hidroeléctrica, esa agua que se ha usado se bombea de nuevo, empleando energías renovables, hacia un embalse situado en una cota superior, eso nos permite disponer de electricidad cuando la necesitemos.
Generar electricidad con agua cuando haya déficit de sol y viento, y bombearla de nuevo a cotas superiores cuando tengamos un excedente de energía solar y eólica. ¿Sería eso?
Exactamente. En Catalunya tenemos casi 15 GW de potencia de energía hidroeléctrica reversible. Sería, en términos de potencia, aunque no en términos de producción, como 15 reactores nucleares. Eso está contemplado pero requiere coraje, y no estar a merced de las decisiones de un partido como la CUP. Estamos hablando de un plan que ha de cambiar el sistema energético del mundo, y hay unas oportunidades de desarrollo económico, industrial y tecnológico extraordinarias, con ocupación en las zonas rurales y salarios industriales hasta, como mínimo, el año 2080. Pero ante esto, no puedes estar influenciado por un calendario político a cuatro años.
¿Falta visión estratégica?
Hay que pensar como lo hacía la canciller Angela Merkel, más allá del mandato de cuatro años. Y por eso le decía que necesitamos coraje, con alguien que lidere la transición energética y que diga claramente a los ciudadanos que la presencia de maquinaria en nuestro jardín, que es Catalunya, es inevitable e irreversible.
¿Qué pasa con el discurso de «las placas en los tejados y los molinos en los polígonos industriales»?
Pues que si hace viento, se puede poner en el polígono, pero que habrá que ponerlos en todos los lugares donde haya viento. Y que el grueso de la generación no vendrá de los tejados fotovoltaicos. Hay que alimentar una Repsol, una Dow, una Covestro... Eso no se alimenta con unos tejados. Hemos de hacer hidrógeno verde. Y nadie habla de dónde haremos la electricidad para ese hidrógeno verde ni de cómo la haremos. Y, si no tenemos hidrógeno verde, en la petroquímica de Tarragona tenemos un riesgo de deslocalización muy grande. La clave, hoy, es la soberanía energética.