Antonio Terceño: «En Europa necesitamos una política fiscal más común»

Terceño cree que el impuesto extraordinario a la banca y a las energéticas tiene su sentido pero que hay que replantearlo. También lamenta las amenazas de la industria, que ve a años luz de la banca

Antonio Terceño es uno de los padres de la URV. Tenía 27 años cuando empezó en el equipo fundador de la Facultat d’Economia i Empresa. Eran cuatro profesores a tiempo completo y cuatro a tiempo parcial. Estaban en barracones. Ahora, son más de 200.

Dice Repsol que si no se revisan las condiciones fiscales, se irá a invertir 1.100 millones a Portugal. ¿Qué opina sobre el ‘impuestazo’ que ha generado esta crisis?

Es un tira y afloja político. En una economía tan globalizada, tienes que compararte con el de al lado, porque si no, las cosas se pueden deslocalizar. El impuesto extraordinario, partiendo de los beneficios extraordinarios de energéticas y banca, no me parecía mal. Pero hay que ver hasta dónde llegar para que no sea un problema real.

Y se ha convertido en problema.

Sí. Creo que debería replantearse, pero eso no significa eliminarlo. Hay que ajustar la idea.

¿En qué sentido?

Las empresas, por esta deslocalización tan fácil, también juegan con las presiones. Al final, no deja de ser un conflicto de intereses.

Está claro.

Pero digamos que en un caso son intereses particulares y, en otro, más globales. Y aquí está el problema. Hay que ajustarlos. No fueron tan originales, hay muchos países con estos impuestos extraordinarios. No es una idea fuera de lugar de un gobierno bolivariano o bolchevique. A mí, personalmente, también me molesta un poco la prepotencia de las empresas.

Cada cuál mira por lo suyo.

Están compitiendo en un mundo global. Y, por lo tanto, si en 500km, las condiciones son otras, lo hace complicado. Es obvio que son mundos distintos, pero la gran banca no juega ahí, ni siquiera en la liga estatal. Está en la Champions, y la localización para ellos no es un tema fundamental. Tienen otro poder. Y Europa tiene un problema.

¿Cómo lo arreglamos?

Debería hacerse una política fiscal más común. Tenemos un mundo global, ¿no? Pero con normas, a menudo, locales.

Difícil de encajar.

En Europa, tenemos una política monetaria común pero no una política fiscal común. Y esto es contradictorio. Es decir, hablar de política, y de política monetaria común, sin acompañarla de política fiscal, significa que algo va mal. Los países no pueden usar instrumentos de política monetaria, en un momento de crisis no pueden devaluar la moneda, pero sí pueden hacer dumping fiscal. Europa tiene que caminar hacia cierta coincidencia de políticas fiscales.

La CE financiará un almacén de CO2 frente a la costa de Tarragona, también de Repsol.

Bueno, parece que quizás todavía somos atractivos para invertir, ¿no? La gran ventaja que tenemos es que no nos tenemos que inventar un clúster químico, ya lo tenemos. Y un tema importante en la economía es tener todos los servicios, todas las empresas auxiliares, no tienes que montarlo de cero. Y todo ello casi garantiza que una inversión pueda funcionar. Por lo tanto, ampliar inversiones, por ejemplo, en el sevtor de la química y en Tarragona, tiene un punto atractivo, porque aquí ya lo tienes todo, además de calidad de vida.

Y en medio de todo esto tenemos el informe Draghi. Casi coincide todo en el tiempo.

El informe Draghi tiene muchísimas cosas, pero hay una que es especialmente importante en la línea de lo que comentábamos: habla de una política fiscal más coincidente. Y no hay pasos en este sentido. Habla de una reindustrialización en términos de nuevas tecnologías, en los que obviamente, Europa se está quedando atrás. Incluso hablamos mucho de energía verde, pero la mayoría de las placas solares vienen de China. Si no espabilan un poco (que a lo mejor es un modelo, puede que incluso no sea malo), quizá acabaremos siendo la residencia de la tercera edad de Europa.

¿Eso cree?

No creo que lleguemos a tanto, pero también tenemos el problema de la masificación turística. No hablo de turismofobia, el turismo es un sector fundamental, hay que preservarlo, pero faltan alternativas. Nosotros que estamos en la universidad, llevamos demasiados años hablando de investigación, desarrollo... Pero el salto no se acaba de hacer y en industrias punteras, nos avanzan.

¿Tanto en industria como en turismo?

En turismo estamos mejor que nunca. Es otra historia, ahí hay un problema de saturación y sobre todo, junto a la vivienda. Si no arreglamos el acceso a la vivienda, difícilmente funcionará esto. Draghi ha sido muy claro. Creo que en análisis todos coincidimos.

Pero falta la acción.

Es lo que no se ve claro. Y las ayudas Next Generation iban en esta dirección, pero el factor de crecimiento que generan, esperábamos que fuera más potente. Han sido un avance en términos de energía verde, nuevas tecnologías... pero el coste- beneficio no ha sido demasiado. Eso sí, han sido un ejemplo de esta política de servicio público común. Cuando hablo de coordinar la política fiscal, también sirve para algo tan importante como la redistribución de la renta. En Europa, la disparidad es enorme.

¿A qué se refiere?

Recordemos el tema de las vacunas. Funcionó porque fue una compra unitaria. Los Next Generation, tres cuartos de lo mismo. Pero los estados deben tener claro algo: la UE tiene que poder usar un presupuesto y esto significa renunciar un poco a la autonomía. Y lo digo cuando cada vez en más países ganan personas que lo que hacen es volver a encerrarse.

Vuelve el proteccionismo.

Sí. Dudan de Europa, de la UE, y es un grave error. Ningún estado europeo por él mismo podrá competir con los grandes países. Ahora se han reunido los países en vías de desarrollo. Antes no representaban nada y ya son un porcentaje muy alto del PIB mundial. Y Europa cada vez menos. Si hay división, será difícil competir.

¿Y si miramos nuestra economía? La de Tarragona, digo.

Estamos en un momento relativamente bueno pero no podemos obviar lo que acabamos de hablar de la globalización. España es uno de los países que más crece, sería muy preocupante que en un momento de crecimiento, Tarragona estuviera mal. Los dos o tres sectores más importantes están mejor que nunca. Pero hay apuestas como la del hidrógeno verde que tienen que concretarse.

Se desinfló.

Está desinflada. Y para conseguir hidrógeno verde tienes que tener energía verde. Y aquí no tenemos mucha de esta energía verde. Bueno, ahora las nucleares parece que son verdes, momentáneamente...

Es otro mundo.

Todos tenían claro que tenían que cerrarse y ahora ya salen voces que dicen que ya veremos si las cerramos después de las crisis. Yo creo que si hay que apostar por algo en el Camp de Tarragona, sería por dos ámbitos en los que hay posibilidades pero aún no hay realidades: las nuevas tecnologías y las energías renovables.