La máquina que llegó en Tarragona donde antes lo hacían los humanos
Antonio Rodríguez actuó como piloto de un dron que revisó los equipos de Repsol en la parada del área de química del complejo
De Madrid a hacer volar un dron en el área de química de Repsol en Tarragona. Antonio Rodríguez, nacido en la capital hace ya 24 primaveras, es técnico de laboratorio y control de calidad, trabajo que lo ha llevado a ser responsable de una inspección durante la parada que Repsol realizó a principios de año.
Contó con la ayuda de un raudo compañero: un dron que llegó donde antes lo hacían los humanos y que se introdujo por los huecos más recónditos para garantizar el funcionamiento óptimo de los equipos.
Rodríguez cursó el grado superior de técnico de laboratorio, análisis y control de calidad, entre septiembre de 2018 y marzo de 2020: «Siempre me ha gustado mucho lo que es el tema de la química y el laboratorio, por eso decidí decantarme por esos estudios», explica.
Comenzó a trabajar con un contrato de prácticas en la farmacéutica Eli Lilly and Company, donde estuvo un año y un mes, antes de que lo contrataran en la empresa Ensayos No Destructivos, compañía con la cual trabajó un año y siete meses y con la que llegó a Tarragona para llevar a cabo las inspecciones en el área de química de Repsol.
Dos semanas en el complejo
El técnico pasó entre quince y veinte días en el complejo químico de Repsol, durante los cuales estuvo alojándose en Tarragona. ¿En qué consistían exactamente sus tareas en la compañía? Básicamente, participó en los trabajos de inspección que se vieron implicados en la parada: «Los drones pueden cumplir la función de supervisiones más laboriosas, principalmente en las visuales internas», comenta.
Se trata de reconocimientos y exámenes en depósitos o en torres de fraccionamiento, por ejemplo. Básicamente, en elementos de grandes dimensiones que tienen un acceso restringido por su morfología: «Si quieres hacer una exploración minuciosa, los costes económicos y humanos son bastante más altos, entonces lo que hacen los trabajos con el dron es abaratar costes, ser más eficaces y más rápidos».
De hecho, Rodríguez ya tenía experiencia en este tipo de funciones, pues, en noviembre de 2023, había estado en la parada de la refinería de BP en Castellón, efectuando tareas similares a las que desarrolló en Repsol. «Era algo habitual, cada semana íbamos a un sitio diferente», recuerda.
«El dron se introduce dentro del equipo y tú, desde fuera, lo manejas: tienes una pantalla en la que ves el estado de la batería, el posicionamiento de la máquina, se puede grabar, hacer fotografías...», desvela. Principalmente, el trabajo consistía en hacer un control visual del interior de los equipos «para detectar fallos graves en elementos estructurales».
A pesar de que el dron tenía una gran potencia, Rodríguez, como piloto, también tenía que ir moviéndose, subiendo y bajando de las torres, en función del lugar en el que se ubicara el equipo a revisar: «Mientras vas volando el dron, también vas observando las imágenes y así puedes cerciorarte de en qué estado se encuentra».
El pasado mes de septiembre, Rodríguez inició una nueva etapa en la empresa GIS Group (Global Inspection Services), donde trabaja como técnico de control de calidad: «Las funciones que desempeño son similares, lo que pasa que no se viaja tanto como en la empresa donde estaba antes; era difícil compaginar la vida personal con el hecho de estar tanto tiempo fuera de casa».
El rango salarial en este tipo de puestos va desde los 20.000 hasta los 40.000 euros anuales en función de diversos factores como la formación o la experiencia de la trabajadora o el trabajador.