CaixaBank se resigna al impuesto a la banca y no ambiciona crecer en Europa
El plan estratégico de la entidad hasta 2027, presentado ayer en Madrid, no contempla crecimientos inorgánicos ni operaciones transeuropeas, pese a las repetidas alusiones al futuro Plan Draghi y la financiación que requerirá
CaixaBank se resigna al impuesto a la banca. Si en anteriores comparecencias, el consejero delegado de esta entidad, Gonzalo Gortázar, se mostró muy crítico con este impuesto, al que calificó de «tasa CaixaBank», amagando con la posibilidad de que, en un escenario de fusiones bancarias transeuropeas, España tendría poco atractivo para albergar la futura sede de la entidad resultante, ayer asumía ese impuesto en sus planes a tres años vista, a la vez que renunciaba a todo crecimiento que no fuese orgánico.
Así lo confirmó ayer Gortázar durante la presentación del Plan Estratégico 2025-2027 de esta entidad, al asumir en este período un impuesto «con relevancia similar al de los dos últimos años», de alrededor de 500 millones de euros anuales. «Se necesita estabilidad -aseguró- y la actual aritmética parlamentaria hace muy difícil» llegar a acuerdos.
El impuesto a la banca se da por descontado de una u otra forma, y su impacto sobre este plan estratégico que CaixaBank presentó ayer se calibrará a medida que se tenga concreción de lo que todavía está en el aire, a la espera de la votación de mañana jueves en el Congreso de los Diputados y de los movimientos políticos que pueda haber a última hora.
Preguntado por las razones que llevaron al sector bancario español a mantener un silencio espeso durante la semana en la que el sector energético, liderado por Repsol, se opuso frontalmente a hacer permanente el gravamen extraordinario a banca y grandes energéticas, y si esa inacción de la banca durante ese momento crítico les había conducido a la situación en la que se encuentra ahora, Gonzalo Gortázar se limitó a señalar que se trata de percepciones, recordando que él personalmente llevaba «dos años hablando de esto», manifestando que «no era una buena idea».
Tras asumir que, de alguna u otra forma, ese impuesto llegará, las reflexiones sobre las consecuencias que puede tener sobre el sector bancario español fueron ayer mucho más comedidas, al borrar de la ecuación cualquier referencia, ni que fuese indirecta, a posibles cambios de sedes bancarias.
En su Plan Estratégico 2025-2027, CaixaBank descarta encabezar a corto plazo cualquier tipo de crecimiento inorgánico, especialmente si se trata de operaciones de fusión transeuropeas, donde aseguró que «no vemos creación de valor».
Lo dijo en un contexto en el que tanto la Comisión Europea como el Banco Central Europeo quieren acelerar la creación de estos grandes bancos transeuropeos, que ayuden a las empresas de la UE a competir de igual a igual con las grandes empresas estadounidenses y asiáticas que hoy les aventajan de forma clara.
CaixaBank no estará entre esos bancos que se recomiendan crear en un informe Letta que la nueva Comisión ha hecho suyo, y que deberían ser el pilar de las inversiones que llegarán en caso de materializarse el Plan Draghi, al que ayer aludieron desde esta entidad en repetidas ocasiones.
No estará ahí, por lo menos, durante los próximos tres años. CaixaBank quiere seguir concentrada en lo que, a escala europea, es el mercado regional español y portugués, donde CaixaBank está presente a través de BPI, y donde piensa seguir creciendo de manera puramente orgánica.
Esta estrategia centrada en lo que ya conoce bien debería reportarle, según sus cálculos, una rentabilidad media superior al 15% para el período 2025-2027, con el objetivo de mantener estable el margen de intereses hacia el final del ciclo, a pesar de un contexto de reducción de tipos.
En su presentación ante los analistas, este banco se comprometió, además, a distribuir entre el 50% y el 60% de su beneficio neto consolidado en forma de dividendos. Y todo ello, con un crecimiento anual del 4% en créditos a empresas y familias durante los próximos tres años, destacando su compromiso de «remunerar adecuadamente» a sus 558.000 accionistas, entre ellos la Fundació la Caixa (31,2% del capital) y el Estado, a través del FROB (17,9%).