Un Nàstic híbrido
Dani Vidal está mezclando el 4-4-2 y el 4-2-3-1 en este tramo de la temporada
Dani Vidal siempre ha sido un entrenador con muchos registros tácticos. Lo demostró durante su etapa como técnico en las categorías inferiores del Nàstic y lo está haciendo en el primer equipo. Al míster tarraconense nunca le ha temblado el pulso a la hora de preparar a sus equipos para que se adapten a diferentes esquemas y contextos de partido en función del rival y el escenario de encuentro. Cuanta mayor capacidad camaleónica tengan sus equipos, mejor.
El Nàstic está siendo un equipo muy rico en lo táctico esta temporada. Solo así se explica que esté caminando con firmeza en una categoría como la Primera RFEF en la que estar arriba no es nada fácil. El equipo grana comenzó el curso jugando con un claro 4-4-2. El sistema favorito de Dani Vidal desde que se sentó como primer entrenador en el Nou Estadi Costa Daurada. Un esquema de juego equilibrado, que permitía a los granas atacar desde lo posicional, pero también en transición y defender en bloque alto, medio o bajo en función de lo que demandaba el partido.
Sin embargo, llegó un punto de la temporada en la que al Nàstic le faltó fluidez en fase ofensiva. El 4-4-2 comenzó a ser un sistema frenado por los rivales y Dani Vidal acudió a la pizarra para inventar una fórmula que impulsó más a los tarraconenses. Fue en el Stadium Gal ante el Real Unión (1-1). Colocó a Andy Escudero en la posición de mediapunta, siendo fiel a su número ‘10’, y dándole una mayor libertad creativa, sacándole de la banda y ofreciéndole un mayor campo de acción.
El conjunto grana agradeció ese cambio porque se volvió más fluido, generó más ocasiones de gol y consiguió convertir al alicantino en uno de los futbolistas más creativos de toda la categoría, sumando goles y asistencias y permitiendo además que Pablo Fernández subiera su nivel jugando como única referencia ofensiva.
Con el 4-2-3-1 ya totalmente asentado, el Nàstic tenía en la baraja dos cartas ganadoras con las que sorprender al rival. Dani Vidal había conseguido que sus jugadores dominaran dos esquemas de juego diferentes y eso convertía al Nàstic en un rival más impredecible.
Lo que ha sucedido en las últimas semanas es que el conjunto grana ahora se ha convertido en un equipo al que es todavía más complicado intuirle un once. Más que nada porque todo lo marca si se arropa en un 4-4-2 o en un 4-2-3-1. Lo bueno es que los de Dani Vidal casi nunca pierden su capacidad competitiva. Hay excepciones, pero la norma general es la que es.
De hecho, el técnico grana ha añadido una variante dentro de la variante, ya que al 4-2-3-1 le ha aportado un nuevo registro que en las últimas jornadas ha ido apareciendo cada vez con mayor peso. En lugar de situar a Andy Escudero de enganche, Vidal ha apostado en algunos partidos por colocar a Ander Gorostidi en esa posición. Siempre que así lo ha decidido, lo ha hecho con la intención de darle al Nàstic otro registro en metros finales. Con el centrocampista vasco actuando de centrocampista, el conjunto grana se vuelve un equipo con mayor presencia física y combatitividad. Se pierde talento, pero se gana fortaleza y eso, ante muchos rivales y contextos de partidos, es oro.
Ante el Tarazona, el Nàstic jugó un 4-4-2 que naufragó ante un rival que le superó en casi todos los aspectos del juego. Ahora el reto es olvidar la derrota y volver a sacar la mejor versión de los granas.
Para ello hay que ganar este domingo al Celta Fortuna, un filial muy peligroso, repleto de talento y que ocupa la tercera posición de la clasificación.
La gran duda es si el Nàstic jugará con el 4-4-2 o volverá al 4-2-3-1 y si lo hará con Andy Escudero en la figura de mediapunta o con Ander Gorostidi en el puesto de trequartista. La incógnita es absoluta y eso vuelve al Nàstic menos detectable. Todo fruto del buen trabajo táctico de un equipo híbrido y camaleónico.