El entrenador de Gandesa más laureado del fútbol

Rafel Navarro conquista su 15º título como segundo entrenador del Barça femenino

Decía Jonatan Giráldez, en la rueda de prensa previa a la final de Copa, que el Barça femenino no normaliza el éxito, que valora cada victoria, porque de lo contrario resultaría impensable un camino tan inmaculado como el azulgrana. En ese ecosistema coleccionista de títulos y prestigio convive Rafel Navarro (Gandesa, 1986) desde hace cinco capítulos, primero como asistente de Lluís Cortés y hoy como mano derecha de Giráldez. El ebrense ha conquistado el respeto de toda la estructura profesional del club gracias a un trabajo discreto, alejado de los focos. Su nombre, incluso, se ha barajado como candidato al banquillo una vez Giráldez abandone la entidad a finales de curso. Ni así Navarro ha dado un paso en falso.

El intratable Barcelona alcanzó este fin de semana su tercer título en poco más de 10 meses de tránsito. Todo lo nacional es suyo, Liga, Copa y Supercopa. Queda la Champions el sábado, ante el Lyon, un rival al que nunca ha superado. El reto resulta mayúsculo, completar el poker y romper la estadística. Si algo distingue a este Barça es su capacidad para destruir imposibles. Como dice el último hit de Vetusta Morla; «Los gestos más urgentes levantan catedrales». En la de San Mamés, Navarro aspira a su tercera corona europea. Ya le ha dado tiempo a saborear todos los trofeos. Acumula 15 en cinco años.

El Barça resolvió la final de Copa ante la Real Sociedad con la contundencia que acostumbra en territorio doméstico (8-0). Todo ante la mirada de la Reina y un Laporta eufórico. Ahora mismo su equipo femenino sostiene los cimientos del club. Los tiempos han cambiado. La amabilidad del partido permitió que el staff gestionara esfuerzos. Aitana Bonmatí, por ejemplo, se refugió en el banco al descanso.

La plantilla, eso sí, no escatimó entusiasmo en la celebración. Premió a los 7.000 culés que se desplazaron a la Romareda de Zaragoza con un buen rato de jolgorio. En el estadio se reunieron 25.000 adeptos y adeptas, otro dato que reivindica el impacto del fútbol femenino en el país.

Eso sí, a la Federación se le escapó de nuevo un detalle sustancial que recuperó viejas sospechas. Las futbolistas del Barça recibieron las medallas de su propio staff, ningún Vip, que había bastantes en el palco, se dirigió a ellas. La mirada de incredulidad de las protagonistas hablaba.

La bandera de Mapi

Entre los festejos, en un centro del campo engalanado de confeti dorado, Martina y Marc, los hijos de Rafel, vestidos con la azulgrana e incansables, correteaban y pensaban alguna diablura en cualquier despiste de su padre. Ya se ha convertido en un ritual que el pequeño y la pequeña Navarro salten al césped cuando el Barça levanta copas. El técnico desea que los dos gocen al máximo esos instantes porque en el día a día, las inclemencias de su cargo, le quitan tiempo en familia.

Martina no se despegó de un regalo preciado con mensaje. En una de manos descansaba la bandera talismán de Mapi León, la central del Barça. Ésta le encargó que le guarde como un tesoro hasta Bilbao. Quedan seis días para volver a lucirla.

Rafel Navarro comparte días felices con un viejo amigo, ahora también en el cuerpo técnico de Joantan Giráldez. Se trata del exjugador del desaparecido CF Reus, Marc Sellarès. Los dos coincidieron en la capital del Baix Camp. El rostro de felicidad de Sellarès delataba la sensación de deber cumplido. Rafel hace años que la siente.