Pegada, resistencia y victoria (Intercity 1-2 Nàstic)
El Nàstic primer exhibe contundencia ofensiva y luego personalidad para resistir y vencer al Intercity en el debut como visitante de Iñaki Alonso
‘Pegar y resistir’. Bien podría ser el título de la saga de Rocky Balboa, pero fue el resumen perfecto del Intercity-Nàstic. Allí el conjunto grana comenzó a entender en base a la práctica lo que su nuevo entrenador intenta enseñar desde la teoría. Ser ambicioso acerca a la victoria. Tener pegada lo hace todavía más. Tener la personalidad para resistir y sonreír en el alambre resulta definitivo para salir triunfal de cualquier escenario. Una vez aplicada la receta por primera vez todo resulta más fácil. De repente todo ha cambiado porque la mala racha grana ya es pasado y el play off está a solo tres puntos. La llegada de Iñaki Alonso ya ha tenido su efecto. Ese era el objetivo. Crecer desde la victoria siempre resulta más sencillo.
El Antonio Solanes era un escenario no apto para el juego fluido y dejaba serias dudas sobre si lo era para el juego en sí. Le llaman la categoría de barro a la tercera del fútbol profesional y campos como los del equipo alicantino dan buena fe de porque ese sobrenombre. En esas circunstancias toca ponerse el mono de trabajo porque el césped, repleto de baches, obliga a jugar por arriba y no por abajo.
La salida del Intercity fue mejor que la de un Nàstic que salió algo acomplejado. Como si tuviera que recitar la receta de Iñaki Alonso antes de ejecutarla. No jugar de memoria tiene sus consecuencias y los alicantinos parecían sí hacerlo. El peligro local llegó en los primeros minutos por las bandas. El campo andaba inclinado y los centros laterales de los de Gustavo Siviero se repetían. Por fortuna para los tarraconenses, Josema y Quintanilla andaban conectados desde el primer instante.
Resistir tuvo todo el sentido en el minuto 11 de encuentro. El fútbol tiene esas cosas. Hay días que generas y generas como en Cornellà y no marcas y otros en los que a las primeras de cambio golpeas. Así le sucedió al Nàstic que se encontró con un tanto a favor que no había masticado. Fue la primera llegada al área que terminó con el cuero fuera de ella pero sobrevolando la frontal. Montes apareció en ese espacio y no dudó a la hora de empalar el cuero. Lo hizo con violencia en una volea que enganchó a la perfección y con la que superó a Manu Herrera que nada pudo hacer ante semejante disparo. El golpe en la mesa estaba dado. El conjunto grana volvía a sonreír tras muchas semanas sin hacerlo. Ni en el Nou Estadi, ni fuera de casa.
Si no bastaba con un gol, el Nàstic encontró el segundo pocos minutos después en otro ejercicio de pegada absoluta. Fue el premio a los mejores minutos que habían plasmado los granas desde la llegada de Iñaki Alonso al banquillo. Se vio a un equipo agresivo, intenso y vertical que volaba con la confianza del resultado a favor. Demandaba en el partido ante la SD Logroñés más centros el técnico de Durango y Nil Jiménez no dudó en colgar el cuero cuando se plantó en la línea de fondo. Su envío salió bombeado al segundo palo y allí encontró a Marc Fernández que se inventó un remate de la nada para mandar el balón al segundo palo. Su segundo gol desde su llegada. Está facturando desde el primer día y demostrando que su historia goleador en la categoría no es producto de la casualidad.
Andaba el partido en la calma casi absoluta para un Nàstic que se sentía fuerte. Sin embargo, el 0-2 siempre es un resultado que genera una confianza que a veces no suele ser tan verdadera. El Intercity no le perdió la cara al encuentro y encontró premio en el minuto 35 en uno de esos centros laterales que tan en apuros habían puesto al conjunto grana en los primeros compases. Etxaniz se adelantó a toda una línea defensiva que no estuvo tensa y recibió castigo. El 1-2 lo cambiaba todo porque dibujaba viejos fantasmas en un equipo tarraconense que no conoce día tranquilo lejos de casa.
Todo lo que se consumió en el resto de la primera mitad fue un ejercicio de sufrimiento y resistencia para un Nàstic que pedía a gritos el descanso. Necesitaba frenar el ritmo del partido y encontrarse de nuevo en la calma del entretiempo. La segunda parte iba a ser una prueba de fuego para la personalidad poco constante de los granas.
No fue tranquilizador el inicio de la segunda mitad porque los tarraconenses volvieron a dejar dudas defensivas a las primeras de cambio. Fue en un balón colgado en el que no hubo contundencia y terminó con Vadik rematando solo ante Manu García. El sevillano tuvo que aparecer para hacerse grana y repeler el disparo, pero el aviso por los locales ya estaba dado.
Soldevila dio otro aviso para el Intercity y Marc Fernández tuvo el tercero en otra jugada de talento dentro del área en unos primeros minutos en los que no había pausa en un escenario de partido que gustaba más a los locales que a los visitantes. Era momento de situar el encuentro en el terreno de la intrascendencia, pero no era sencillo ante el empuje de los alicantinos.
Guillem Jaime acaparó el juego corrido y parado. El tarraconense se exhibió en el tramo final de partido empujando a los suyos a por el empate. Dos servicios suyos metieron el miedo de lleno a los granas. Etxaniz y Nsue remataron solos pero no clavaron la daga. Faltó contundencia en la defensa del Nàstic, pero también acierto en el ataque del intercity. Iñaki Alonso sonríe por primera vez en su debut como visitante. Cuatro de seis puntos. Nada mal para empezar. El efecto cambio de entrenador ya da su efecto.