Pavel Pérez: Todo por el fútbol sala
El salouense milita en el Albacete de 2ªB y es internacional con la República Dominicana. Por primera vez en su carrera puede dedicarse solo al fútbol sala
Pavel Pérez encontró en el fútbol sala su vía de adaptación a un nuevo país. Llegó a Salou con 5 años de la República Dominicana y encontró en este deporte una vía de escape, que todavía a día de hoy define así: “El fútbol sala es lo mejor. Lo disfruto. Es una manera que tengo de evadirme de los problemas. Me sirve para desconectar para el día a día y tiene ese poder”.
El dominicano ha cumplido el sueño de muchos niños, y que no resulta tan sencillo de lograr como pasa con otros deportes como el fútbol o el baloncesto, vive del fútbol sala. “Es el primer año que me dedico únicamente al fútbol sala”, asegura. Todo esto es gracias al Albacete, un club que ha apostado firmemente por él para intentar subir a Segunda División. Al principio su oferta no era la favorita, pero le terminó convenciendo: “Este pasado verano estaba sin equipo, tenía ofertas de muchos equipos de Segunda B de Catalunya, y a través de mi representante terminó saliendo la oferta del Albacete. Al principio no estaba entre las principales por la distancia, pero las condiciones eran muy buenas y el equipo era ambicioso, joven y con un proyecto para subir a Segunda y terminé aceptando. Vamos quintos en el grupo V de Segunda B con bastante proyección para llegar a play-off y hacer algo importante”.
A día de hoy no se arrepiente de su decisión y eso que ha salido por primera vez fuera de Salou, municipio en el que ha residido todos estos años desde que llegó a España: “Vivimos en un piso de tres jugadores. Mi pareja me viene a ver de vez en cuando. Siempre he sido muy independiente y he sabido llevar el tema de estar solo. No soy una persona muy sufrida a lo que es la distancia, me mantengo entretenido con la rutina”.
Pavel comenzó a jugar al fútbol sala de manera federada con 12 años, una edad tardía, aunque eso sí, se enamoró de este deporte mucho antes: “Yo llegué a España con cinco años y a raíz de ahí jugaba en el patio, pero nunca estaba apuntado en ningún equipo. Con 12 años, en primero de la ESO, me apunté al Salou que era el equipo de mi pueblo”.
El dominicano encontró en ese club una forma de desarrollo deportivo e intelectual. Labró una carrera que le llevó a jugar desde infantiles hasta el primer equipo, en el que estuvo cuatro años e hizo historia, llegando a disputar la Final Four de la Copa Catalunya, en uno de los mayores éxitos que se le recuerdan a la entidad de la Costa Daurada.
Tras ese curso, Pavel hizo las maletas por primera vez en su vida, aunque solo fuera en lo futbolístico, fichando por el Martorell. “Era un reto jugoso porque el objetivo era subir a Segunda División. Me llamaron y vi la oportunidad de hacerlo posible. Ese año terminamos segundo y peleamos por subir a Segunda y al final conseguimos subir. Al año siguiente renuevo con el Martorell y debutó en Segunda y mantenemos la categoría”, explica el futbolista.
Fueron dos años duros a nivel diario porque la rutina engulló el día a día de Pavel que recuerda aquella etapa con felicidad, pero también siendo consciente de los sacrificios que supuso: “Los años que estuve en el Martorell, trabajaba en Vila-seca por las mañanas y por las tardes me iba a entrenar a Martorell y volvía luego para Salou. La gente me decía que estaba loco”. Por eso, Pavel valora ahora tanto su situación, disfruta de un sueño como es entregarse en cuerpo y alma al fútbol sala: “Yo incluso he tanteado buscar un trabajo por la mañana y tener tiempo ocupado por la tarde. Llevo tantos años sin descansar en ese sentido que necesitaba ese respiro. Me lo merezco. Me estoy centrando en el fútbol sala y a nivel físico se agradece”.
Ahora Pavel milita en la categoría de bronce tras abandonar el Martorell en Segunda División por el cambio el técnico que motivó su salida. No solo juega para ese equipo, también lo hace para su país, República Dominicana. El salouense es internacional con la absoluta, algo que explica con felicidad: “Mi país es la República Dominicana. No es un país en el que el fútbol sala sea un deporte mayoritario, allí el rey es el béisbol, pero estamos intentando ponerlo en el mapa de este deporte”.
De momento su trayectoria con la selección es ilusionante. Ya ha jugado un clasificatorio al Mundial, cayendo en cuartos de final, y unos Juegos Bolivarianos en los que no pudieron tener tan buena participación al no lograr ninguna victoria. Ahora el reto está en intentar volver a clasificarse al Mundial, algo que sucederá el próximo verano: “El año que viene se juega el Mundial y hay un clasificatorio. El objetivo es meternos en el Mundial y es el sueño y no lo vemos muy lejano. Sabemos el nivel que hay allí y con el nivel que tenemos”.
Pavel sueña en grande porque ha conseguido lo que siempre soñó. El niño creció y se hizo futbolista. No de élite, pero al menos sí que suficiente como para vivir de lo que ama. Un ejemplo.