Oriol Mohedano, una carrera forjada en el fútbol internacional
El del Creixell acumula una década dirigiendo en el extranjero, donde se ha consolidado como entrenador profesional en países como Camboya o Filipinas
Oriol Mohedano (Barcelona, 1986) acumula una década ejerciendo de entrenador de fútbol profesional en el extranjero. Desde que hiciera las maletas dirección Suiza, motivado por su sueño de dirigir en el primer nivel, ha pasado por Finlandia, Camboya, Noruega, Nepal y Filipinas, país en el que entrena actualmente. Un trotamundos del fútbol capaz de adaptarse a realidades socioculturales totalmente opuestas y encontrar un balance entre su identidad como técnico, influenciada por la escuela holandesa, y los dogmas futbolísticos de cada país. Su recorrido en ligas exóticas ha abierto la puerta a nuevos técnicos, quienes han comenzado a considerar estos mercados emergentes como oportunidades laborales.
Detrás de esta trayectoria hay una gran inversión personal con el fin de lograr sus objetivos. Antes de firmar el primer contrato profesional, en sus «vacaciones particulares», Mohedano destinaba tiempo y recursos a viajar y explorar diferentes clubes y sus respectivas estructuras deportivas, como Reino Unido o Suiza, país donde encontró acomodo en el Servette.
«Fue una suerte pero las oportunidades se buscan. Los riesgos son enormes, si hago un recuento de todos los viajes, estancias... la balanza aún sería cuestionable», reconoce el creixellense.
Sus inicios como técnico se ubican en el Roda de Barà, a los 21 años. En una diferencia de tres años pasó a des los derbis provinciales de categorías inferiores a formar parte del cuerpo técnico del Juvenil A del Nàstic en la máxima categoría nacional. Formó tándem junto a Javi Robles, actual segundo entrenador del Reus FC Reddis, desde el 2011 hasta el 2014, una etapa de máster futbolístico .
A modo de supervivencia económica, combinaba el cargo con su labor en la academia Tecnifutbol de Salou, que cuenta con una proyección al fútbol internacional. De la mano del fundador Albert Viñas, Mohedano ejerció como técnico en campus organizados alrededor de Europa, hecho que además de tejer una sólida red de contactos le permitía cultivar sus dos pasiones: el fútbol y viajar. «Me inspiró ilusión saber que hay mercado y oportunidades profesionales lejos de casa».
Massimo Lombardo, exfutbolista internacional suizo, fue quien le brindó la primera oportunidad en el mencionado Servette. Mohedano había establecido un trato con él tras dos visitas a las instalaciones del club de Ginebra. Meses después, en 2014, se convirtió en el segundo entrenador del equipo sub-18, dirigido por Lombardo. El éxito fue total: el equipo ganó la liga y se clasificó para la UEFA Youth League, la Champions juvenil.
Tras una temporada en Suiza, el histórico SJK de la primera división de Finlandia llamó a su puerta para unirse al primer equipo como asistente de Simo Valakari, internacional finés y actual entrenador del Riga letón, con quien se alzó campeón de Copa y disputó la fase previa de la Champions ante el Bate Borisov.
Previo a ello, tuvo una experiencia efímera como primer entrenador en la primera división de Camboya lastrada por las desavenencias con la directiva.
Pese a la gran temporada, Valakari fue destituido como técnico del SFK. «Me doy cuenta que ser asistente tiene letra pequeña, no es estable», admite Mohedano, quien añade que estar a un país determinado significa «sacrificar mucho sin tener nada que puedas preveer». Sin embargo, Camboya le tenía guardada una segunda oportunidad. El director deportivo del Angkor Tiger llamó a su puerta.
«El motivo de ir a Asia es ser primer entrenador, no una experiencia exótica», matiza. Fue en el Angkor Tiger (2017) donde Mohedano encontró continuidad y la posibilidad de formar un proyecto.
Si en Suiza o Finlandia tuvo que encontrar un equilibrio entre su filosofía, inspirada en Johan Cruyff, y el fútbol pragmático escandinavo o el rigor táctico suizo, para Mohedano, Camboya representaba una liga y un país libres de apriorismos futbolísticos, como un lienzo en blanco sobre el cual podía plasmar su obra.
Dirigió al equipo durante cuatro temporadas, llegando a liderar la tabla durante una vuelta y haciendo frente a los equipos con mayor capacidad financiera. «Sé que rol hacía allí, no se me caían los anillos y lo disfruté», explica.
Sus últimas aventuras incluyen el fútbol noruego, donde fue asistente en el Raufoss de la segunda división y alcanzó las semifinales de la copa en 2023, y la liga de Nepal, un torneo corto marcado por las limitaciones geográficas y donde los resultados influyen decisivamente en el futuro profesional de los jugadores.
El último curso acompañó al catalán Ramon Tribulietx en el United City de las Filipinas, misma liga por la que acaba de firmar por el Manila Digger.