El rival: Numancia, oficio y sacrificio
El equipo visitante quiere recuperar el prestigio perdido con el descenso a Segunda RFEF a base de constancia
Hace tres temporadas el Numancia descendía de Segunda División, poniendo fin a la época dorada del club soriano. Una larga etapa de 23 años en los que había figurado en el fútbol profesional e incluso logró ascender a la élite máxima en cuatro ocasiones. Sin embargo, la entidad, ejemplo de gestión económica inmaculada, no encajó bien la nueva situación deportiva y acabó de bruces en la Segunda RFEF. Reaccionó, y en solo una temporada, la pasada, logró el ascenso a Primera RFEF. Lo mínimo para una entidad histórica como la numantina que busca regresar sobre sus pasos y recuperar el esplendor del fútbol profesional. Cuanto antes, sí, pero con un proyecto claro y sólido.
El joven técnico riojano Diego Martínez, de 38 años, es el capataz de la obra soriana. Un trabajo que aunque inició el campeonato con ciertas dudas, ha conseguido reenderezar y dar continuidad a la dinámica procedente del curso pasado. Y eso que ha conformado un equipo nuevo con hasta 13 incorporaciones. De todos ellos destaca, por el rendimiento inmediato que ha ofrecido, el mediocentro cedido por el Real Madrid David González. Un enganche de una extraordinaria calidad que, por suerte para el Nàstic, parece que no podrá llegar al encuentro por lesión.
En una cosa se asemeja el Numancia al Nàstic, y es que la primera victoria no llegó hasta la quinta jornada, ante La Nucía (2-0). La gran diferencia con los granas es que desde entonces, no ha conocido la derrota. Tres victorias consecutivas y un empate, el de la semana pasada frente al Calahorra (0-0). En total 5 goles a favor y 3 en contra que le convierten en el equipo que más rentabiliza sus dianas, a la par que es el conjunto menos goleado de toda la categoría.
Sus buenos números no se construyen sobre un alto complejo táctico para proteger el argo de Isma Gil, sino en el espíritu defensivo que posee toda la plantilla. Nadie da un balón por perdido. Todos se sacrifican en ese trabajo defensivo. El esfuerzo suple la falta de talento y de atributos tácticos.
En ataque tampoco desarrolla planes ofensivos elaborados. Ni muy dispares, pero los rentabiliza al máximo. Trata de salir con el balón jugado para atacar por fuera y colgar balones al área. Allí donde tiene fuerza. Porque si algo posee este Numancia son centímetros. Un valor que convierte las acciones a balón parado en una de sus armas más letales. De los cinco goles que ha anotado el Numancia, tres han sido en saques de esquina.
En definitiva, un rival a tener en cuenta que jugará con los nervios locales para poner la puntilla a la etapa Agné en Tarragona.