La Minicopa Endesa, el torneo con el que todo niño sueña con jugar

La Minicopa desde dentro es un evento increíble. La cobertura, las instalaciones y las facilidades son propias de una competición de más alto nivel

La Minicopa Endesa es el torneo con el que todo niño sueña con jugar. Una sola frase lo resume todo. Yo fui uno de esos niños que veían en el baloncesto una de las mejores maneras de socializar y divertirse. Durante seis años estuve federado y recuerdo que cuando a mi equipo, la Salle Torreforta, lo invitaban a alguna Diada organizada por los colegios de la ciudad todo era diferente. Aquellos días de partidos constantes eran adrelanina pura. Jugar más de un encuentro permitía disfrutar el doble y en esos tiempos el cansancio nunca existe porque la mente vuela.

Me encuentro en el Palau d’Esports de Tarragona y mi mente empieza a recordar esos tiempos. No puedo evitar en la tentación de caer en la comparación. ¿Qué hubiese supuesto para aquel niño jugar un torneo como este? La Minicopa es una Diada a lo grande porque mantiene intacto el espíritu de una competición de niños, pero a eso le añade una cobertura profesional por parte de la ACB que ha convertido este torneo en un referente en el deporte formativo.

Todo se cuida al más mínimo detalle y los niños solo se tienen que preocupar de hacer lo que mejor saben. Cuesta creer que sean infantiles porque todos tienen una capacidad para jugar al baloncesto que parece invocada. Hacen magia con la pelota en sus manos. Juegan tácticamente con un ordenador en la cabeza y a eso le añaden un ritmo de piernas y coordinación con las manos que impacta. ¿Cómo puede ser que un niño sepa leer el tiempo y espacio de un bloqueo y continuación con tanta naturalidad? ¿Cómo puede ser que un niño se pase la pelota por debajo de las piernas sin aparente esfuerzo? ¿Cómo puede ser que un niño tire con una mecánica tan fluida desde cualquier posición de la pista contraria?

Seguimiento comunicativo de primer nivel

Son muchas las preguntas que mi mente se sigue haciendo en el primer día de competición de la primera fase de la Minicopa en Tarragona. El año pasado ya tuve la suerte de cubrir este gran torneo, pero el hecho de que ya no sea novedad no le resta nada de atractivo porque la magia yace sobre la pista. Una de las cosas que más impactan a la hora de seguir los partidos a pie de pista de las dos canchas del Palau es ver todo lo que las rodea. Todo el equipo audiovisual de la ACB está allí. Las cámaras, los micrófonos, los encargados del material y todo el centro de control televisivo para que ninguna imagen se escape.

Más allá de esto, poder observar a los más pequeños tan cerca marca. Sus reacciones están repletas de inocencia y deportividad. En sus rostros hay nervios e ilusión a partes iguales. Son pequeños jugadores de baloncesto que imitan los gestos dentro y fuera de la cancha de sus ídolos. Por eso es tan importante el ejemplo que deben dar los profesionales de este deporte. Son espejos en los que los más pequeños se fijan.

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