José Machín: «Berlusconi era un hombre de palabra»
El de Torreforta habla de su presidente en el Monza y que falleció este lunes
El lunes amaneció de manera impactante con la muerte de uno de los nombres más importantes Italia. Silvio Berlusconi fallecía a los 86 años. Se marchaba una figura pública muy relevante que había sido primer ministro de Italia, fundador de Mediaset, presidente del AC Milán durante tres décadas (1986-2017). El fútbol fue una de sus grandes pasiones como demostró su pasó por el conjunto milanista, pero también por el Monza. Un club al que llegó en 2018 y que en menos de un lustro lo colocó en la Serie A tras ascender desde la Serie C.
Todo ese camino lo ha vivido a su lado un futbolista tarraconense como es José Machin. El futbolista de Torreforta ha sido protagonista de un bonito camino que esta temporada ha seguido creciendo al conseguir sin apuros la permanencia en la Serie A.
Fue un proyecto en el que Berlusconi colocó dinero y jugadores de renombre desde un primer momento. La ambición por bandera. Quería armar un nuevo AC Milán. Volver a ser el presidente más importante del fútbol italiano. Lo cierto es que el proyecto camina con pasos firmes. Este año ha llegado a pelear con Europa y ha competido de tú a tú con los mejores equipos de la Serie A, una liga que por cierto ha colocado a tres de sus equipos (Inter, Juventus y Fiorentina) en tres finales europeas como la Champions League, la Europa League y la Conference League.
Todo eran buenas noticias y ya con el final de la temporada ha llegado la que menos se deseaba en un vestuario que ha perdido a su líder, así lo define Pepín: «Berlusconi para mi representa una persona ganadora, ambiciosa, un hombre de palabra y una persona que siempre ha estado ahí para cualquiera de sus jugadores hasta el último día».
Hace ya años que Berlusconi peleaba contra la Leucemia que ha provocado su fallecimiento, pero eso no impedía que fuese un hombre de visitas constantes al vestuario. Le gustaba relacionarse con los jugadores, que vieran que era su líder y sobre todo imponer ese respeto que todos le tenían. Incluso apostaba por imponer unas normas estrictas que los jugadores sabían que tenían que respetar sino querían poner en peligro su futuro en el club. Ni barbas, ni tatuajes, ni pendientes y siempre vestidos a la moda y con sobriedad, eran algunas de las reglas que no se podían saltar.
Era duro, pero también cercano. Eso forjó un vínculo con el vestuario que hoy Pepín reconoce al Diari. De hecho, no tiene tapujos en afirmar que «es el presidente más grande de la historia del fútbol». Ahora el club de Monza pierde a su figura más relevante y el futbolista de Torreforta tiene claro cuál es el camino para honrar su memoria: «Solo puedo dar las gracias tanto a él como a Galliani por darme la oportunidad que me dieron y darle mi más sentido pésame a la familia y simplemente seguir luchando cada día por el Monza como hubiese querido el que lo hiciésemos».
Berlusconi ya descansa en paz. Una figura polémica a la que Pepín pudo conocer de manera más personal. Sus palabras son bonitas y le agradece toda la confianza depositada. El futbolista de Guinea Ecuatorial tiene un año más de contrato con un Monza al que quiere seguir defendiendo. Con él y con Berlusconi se ha hecho más grande.