Guillermo, duda para el Estadi Johan Cruyff
El delantero bilbaíno puso fin a su sequía goleadora, que acabó el partido ante la Real Sociedad B
Guillermo Fernández acabó el partido ante la Real Sociedad B con una sensación agridulce. Por un lado, el delantero consiguió poner fin a su sequía goleadora. Llevaba desde el mes de noviembre sin perforar la portería rival. Desde ese tanto que abría el marcador en la visita del Nàstic al Real Unión de Irún no había conseguido batir al meta contrario. Una racha pesada. Sobre todo para el propio jugador. Los delanteros son tan alabados por sus goles, como menospreciados por sus errores. La dualidad máxima. Similar a la de su némesis en el campo, los porteros.
Su gol nada más comenzar el encuentro ante el filial txuri-urdin fue como una liberación. Se arrancó de cuajo esa sensación de portería pequeña que llevaba semanas enganchada a su cabeza y a su bota. La de frente al Eldense, de hacía una semana, todavía circulaba suspendida por el ambiente del Nou Estadi. Ese doble error que pudo suponer el 1-0 a favor del Nàstic fue un castigo demasiado cruel para un ‘9’ que tiene en sus espaldas un gol de ‘killer’ en la Champions League 2014-15. Por eso, cuando la pelota se alojaba en la red de la portería de la Real Sociedad B el grito redentor de Guillermo se escuchó por todo el campo. Una grada que también acompañó con su propio rugido liberador, después de varias jornadas sin ver ganar a su equipo en su estadio. Un gol inspirado en la estrategia. Joan Oriol mandó el balón a Trilles desde más allá del punto central. El castellonense metió el balón en el área con un cabezazo seguro. De esos que plantas bien los pies en el suelo y solo hace falta un saltito corto para imponer la fuerza que quieres al testarazo. Los defensas perdieron la marca. Ya no sabían a quién tenían que vigilar. Apareció Robert Simón para, sin querer, dejar el balón a la altura perfecta para que Guillermo fusilase con la cabeza al portero donostiarra.
Guillermo Fernández aún pudo anotar el 2-0 minutos después. Se plantó solo ante el meta de la Real tras un magistral pase largo de Quintanilla. Llegó forzado y disparó con el arquero encima. Su tiro se topó con el poste.
En esa acción, Guillermo Fernández ya andaba renqueante. Había notado un pinchazo en el isquiotibial. Trató de seguir. Incluso saltó al terreno de juego en la segunda mitad. Pero a los diez minutos, Marc Álvarez entraba por el bilbaíno. Esas molestias le han impedido entrenar con normalidad esta semana. El jugador fue sometido a pruebas médicas para determinar si hay tiempo de recuperación para el partido de este sábado frente al FC Barcelona Atlètic en el Estadi Johan Cruyff. Unas dudas que no parece que vayan a disiparse hasta última hora. Por poco que pueda, jugará.
Y es que el técnico Dani Vidal no está sobrante de delanteros. Pablo Fernández está recuperándose de una lesión fibrilar en el aductor izquierdo y aún le queda un par de semanas, como mínimo. Mientras que Lupu fue intervenido ayer miércoles para acabar de reparar la fractura de mandíbula que se produjo en pretemporada. Una pequeña operación que no supondrá más que unas horas de reposo, pero que también pone en entredicho su participación para el encuentro frente al Barça Atlètic de Rafael Márquez.
Sería la primera vez que el entrenador del Nàstic, cualquiera de los tres que suma esta temporada, se planta a un partido sin delanteros centro. Una situación realmente inesperada, pero que la plantilla cuenta con recursos para suplirlos.
Vuelta de Pedro del Campo
La nota opuesta es el regreso de Pedro del Campo al equipo. El centrocampista de Figueres se perdió el choque ante la Real Sociedad B por sanción, ya que fue expulsado por doble amonestación frente al Eldense. Si en ataque el técnico Dani Vidal tiene escasez de efectivos, en el medio del campo todo lo contrario. Montalvo, Montes-Arce, Gorostidi y el propio del Campo estarán disponibles para el partido. A juzgar por el rendimiento del pasado domingo, parece difícil que Montalvo y Èric Montes vayan a perder su sitio. Fueron dos futbolistas que sostuvieron al equipo en la medular. La intensidad del de Manresa combinó a la perfección con la inteligencia del de Riudoms para una pareja de baile, casi perfecta.