El Nàstic firma otro empate a cero (Nàstic 0-0 Sestao)
Los granas tuvieron muchas ocasiones, la más clara fue de Marc Fernández en el 90’, y dejó con vida a un Sestao que firmó un plan de partido defensivo que le dio premio
Galopaba la agonía cuando Marc Fernández aprovechó un error en la zaga del Sestao para plantarse solo ante Sergi. Sorteó al portero y se quedó con la portería libre con el Nou Estadi enloqueciendo porque vislumbraba una noche de épica y gloria. Nadie esperaba lo que sucedió. El balón no entró porque no fue a portería. Los jugadores del Sestao fueron a felicitar al defensa que la había sacado con el pecho. El árbitro creyó que no la había tocado nadie. Daba igual, el Nàstic había perdonado de nuevo. Una más en el partido. El botín fue de un punto, pero podría ser de tres. Duele porque se generó, pero no se mató.
Decía Dani Vidal en la rueda de prensa previa al partido que a sus jugadores les había faltado calma en la toma decisiones en los metros finales en los últimos encuentros. Quizás fuera eso, pero por si acaso, el técnico tarraconense metió en el verde gran parte del talento que tiene en plantilla. Apostó por agitar el once con dos variantes de relumbrón, como fue la entrada de Tirlea en el lateral derecho y Jardí en el frente de ataque. Uno siendo lateral presenta muchos argumentos ofensivos, mientras que el otro es un torbellino que todo lo acelera en metros finales. Contra la depresión, alegría.
Comenzó el Nàstic el partido metiéndole ritmo desde el encuentro. No quería calma porque no tocaba. Con balón pretendía jugar a dos toques y hacer bascular al Sestao, que se plantó en tierras tarraconenses con una defensa de cinco con la intención de conceder pocas grietas a un equipo que ya de por sí le costaba encontrarlas en las últimas semanas.
Sin el cuero, el Nàstic mordía nada más perder porque quería robar en la salida de balón de los vascos. Mario Rodríguez generó más problemas en apenas un par de minutos que en todo el partido en el Tajonar y eso fue una clara declaración de intenciones del jugador barcelonés y del conjunto tarraconense. Su disparo se marchó alto en su primera acción y la segunda jugada no se entendió con Oriol, pero el mensaje ya estaba escrito. Al Sestao ya sabía lo que le tocaba de primeras, resistir la tromba inicial.
Inicio prometedor
10 minutos necesitaron los granas para meter miedo de verdad. Pablo fue el protagonista de ambas jugadas. En una le faltó claridad, en la otra le sobró un rival. Andy Escudero inventó un pase de la nada con esa zurda privilegiada que tiene. Leyó el desmarque del asturiano a la perfección y tras un control algo dificultoso se quedó delante de Sergi con poco tiempo y poco ángulo. Quiso definir al palo corto, pero el meta del Sestao le tapó esa vía y envío la pelota a córner.
En esa jugada posterior, que tanto dominan los granas en lo que va de curso, Pablo Fernández tuvo de nuevo el gol. Remató con el alma en el segundo palo otro envío de seda de Andy y cuando ya se cantaba el tanto en el Nou Estadi apareció un defensa del Sestao para sacarla bajo palos. Cuando un delantero no está en racha, nada sonríe.
Cayó el Nàstic en la monotonía con el paso de los minutos. El Sestao había resistido y ahora se sentía más fuerte. A los granas le comenzaban a pesar la falta de ideas y eso provocaba que muchos ataques fueran víctimas de la precipitación por la falta de paciencia. La nota buena es que el rival estaba tan centrado en defender que se estaba olvidando de atacar. No sumaba pases para hundir al Nàstic y apenas le sorprendía con transiciones rápidas porque les faltaba lectura y piezas por delante para construir.
De más a menos en la primera mitad
Los últimos minutos de la primera mitad constataron que el Nàstic no le había dado continuidad al espíritu inicial. Solo Pablo y Trigueros con dos cabezazos amenazaron a un Sestao que sonreía desde la sombra. El plan le estaba saliendo, al menos en lo defensivo...
La segunda parte comenzó con el Nàstic generando peligro mediante el balón parado, nada nuevo. Borja Martínez lanzó un balón al corazón del área que encontró a Jardí libre de marca en boca de gol. Parecía más fácil no meter el cuero en entre los tres palos que mandarlo fuera, pero sucedió lo segundo porque las malas dinámicas no entienden de lógica. Otra clara que se le escapaba a un conjunto grana que seguía desaprovechando ocasiones.
Aquella ocasión no desató al Nàstic, todo lo contrario, dio la sensación de que le pesó. Porque los granas son cada vez más conscientes de que no facturan lo que deberían y eso les ha quitado ya muchos puntos.
Dani Vidal leyó que faltaba agitar el asunto. Por eso no decidió en realizar cuatro cambios prácticamente del tirón. Uno fue forzado, Nacho se marchó lesionado y en su lugar entró Dufur, pero los otros tres pretendían dibujar con más color en ataque. Concha, Gorka y Marc Fernández entraron, dejando solo a Andy como el único titular en ataque.
Cambios productivos
Los cambios tuvieron efecto porque Concha dio amplitud y Andy jugó como verso libre por el centro. El alicantino generó dos buenas ocasiones de gol, pero faltó esa maldad que abre latas. El Sestao entró en la fase de la picardía y comenzó a perder tiempo. Jugó sus cartas y desesperó a un Nàstic que veía como el tiempo del reloj corría en su contra porque el empate no era ni mucho menos satisfactorio.
La más clara la tuvo Marc Fernández. Que salió para ser héroe y terminó hundido. Falló el gol de la victoria en boca de gol y ni siquiera acabó el partido por una lesión. Nada le salió. Una imagen vale más que mil palabras.