El Nàstic cae ante el Sabadell víctima de su autoconfianza y de los errores arbitrales
El equipo se dejó someter en la primera parte por el conjunto arlequinado y en la segunda se vio penalizado por un gol fantasma y un penalti no señalado
Fin de la racha. El Nàstic perdió ante el Sabadell (0-1) una oportunidad única de alzarse con el segundo puesto y acercarse al liderato. Falló víctima de la confianza y de un robo arbitral mayúsculo. Puede que las palabras de Quintanilla tras la derrota en el play-off aún resuenen en Las Rozas.
La culpa es repartida. Cuando uno se duerme confiado a la intemperie tiene sus riesgos de que amanezca sin cartera y con lo puesto. Le pasó al Nàstic ante el Sabadell. Comenzó adormilado. Confiado y cuando despertó estaban en el segundo tiempo con 0-1 en el marcador. Fue a buscar las llaves para encender el motor de la remontada y resultó que el colegiado murciano Díaz Escudero y sus asistentes se las habían llevado. Dos penaltis y un gol legal contribuyeron a cortar la buena dinámica del Nàstic.
No fue una buena salida al césped. El equipo salió destemplado. Quizás fue el exceso de confianza que otorga la dinámica de resultados. O la situación en la que legaba el rival. Fuese el motivo que fuese, estuvo muy permisivo con el Sabadell. Estarán en zona de descenso, pero los chicos de Gabri saben qué hacer con balón. Desde el portero, un Sergi Puig que participa constantemente de la salida desde atrás, hasta Carrión, el lateral zurdo que arrancó desde su propio campo y condujo hasta la medular de territorio grana sin apenas oposición.
La misma falta de intensidad y concentración que hubo en el inicio de la jugada se repitió en la defensa de un centro que cazó Pau Víctor entre Josema y Alex Quintanilla.
Sorprendió lo bien que encajó la grada el 0-1. Casi sin inmutarse. Un poco como el equipo sobre el césped. Mientras el partido se complicaba, no lo hizo más porque Altimira mandó a las nubes un tiro desde el área tras una excelente jugada colectiva arlequinada, lo único que hacía el Nàstic era correr detrás del balón, sometido al buen juego del rival.
Una peligrosísima ocasión de Moha Keita, sentando a Quintanilla y picando la pelota por encima de Manu Garcia y del arco, hizo que la afición empezara a impacientarse. A exigir. Porque ese equipo no era ni mucho menos el Nàstic que solía comparecer por el Nou Estadi Costa Daurada.
Gorostidi y Andy se quedaron en el vestuario, víctimas de su irregularidad. Tras su buen partido en Irún regresaron a su versión más decepcionante ante el Sabadell. Pedro y Robert Simón, titularísimos hasta hace unas semanas, entraron a ganarse el puesto. No lo hicieron. Ambos están lejos de su mejor forma.
El mayor peligro grana era Aarón Rey. Su vertiginoso en todas sus acciones solo le faltó la precisión para levantar el partido él solito. Ante el arquero le quiso pegar duro y Sergi Puig le respondió con la misma dureza. La segunda ocasión fue más delicado. Buscó la colocación mientras Vargas le hacía penalti. Ni entró, ni el colegiado señaló la pena máxima.
No falló solo el árbitro principal, también uno de sus asistentes cometió un error gravísimo, al no dar por válido el ‘gol fantasma’ de Pablo Fernández. No hacía falta echar mano de la tecnología de la FIFA del Mundial de Qatar 2022. El remate del asturiano botó claramente dentro de la portería.
Los minutos pesaban y el recurso grana fue recayendo en los centros laterales. Escenario en el que Bonilla es indispensable. Se veía sufrir al Sabadell en esas acciones y sobrevivía por los errores ajenos. El de Josema que todo a su favor remató horrible. Y, de nuevo, el del colegiado que se comió una mano clarísima para cerrar un duelo de carencias. Propias y ajenas.