Doble descontento en el Nàstic
La mala primera parte y la actuación arbitral indignan a la plantilla del Nàstic
A veces ocurre que hablar árbitros representa para muchos un escudo para tapar problemas sobre el terreno de juego. Últimamente en España y en todas las categorías ha habido muchas entidades que han atizado duramente al colectivo arbitral. Ya no callan. Sin ir más lejos, el Nàstic en la final del play off de Balaídos realizó una queja visible de todas las maneras en la que se sigue considerando una injusticia mayúscula por aquel gol anulado a Quintanilla que pudo significar tanto.
Han pasado los meses y nada se olvida. Tampoco ayuda el hecho de partidos como el del domingo frente al Sabadell. Es cierto que a veces el fútbol te da y otras te quita, pero cuando te quitan tanto en un partido duele mucho. Hasta el propio cuerpo arbitral reconoció sus errores a los jugadores granas tras el partido. Entendieron el malestar de los tarraconenses, pero hay cosas que ya no se pueden cambiar.
El Nàstic se queja amargamente de dos jugadas que considera clave y que hubiesen cambiado radicalmente el signo del partido. El gol de Pablo Fernández no se entiende que no subiera al marcador. No hablamos de que la pelota traspasó la línea por milímetros, sino por centímetros. En las repeticiones se ve claramente que es gol y no hay que tirar de tanta tecnología como por ejemplo en el Mundial de Catar.
Todos los jugadores del Nàstic nada más ver que no señalaba gol se dirigieron al colegiado. Lo vieron tan claro que fue un indicio de que esa pelota había entrado. No valió para nada y el partido siguió. Por si fuera poco, el conjunto grana volvió a salir perjudicado. Fue en un centro lateral de Bonilla que Morgado despejó con la mano. La posición de ésta era totalmente antinatural y se ayudó para el despeje. Alex Quintanilla, que estaba al lado de la jugada, reclamó con insistencia el penalti. Miró al linier, luego le gritó al colegiado, pero nada de nada.
Cuando el partido finalizó hubo un detalle que llamó la atención y es que el línier protagonista de los errores se marchó solo a vestuarios sin esperar al resto de sus compañeros del equipo arbitral. Era una señal en la que sabía que su actuación había sido polémica y prefirió acudir antes a vestuarios.
Lo que pasó después del partido sí que fue más sorprendente y habla muy bien de los jugadores y del cuerpo técnico. Era un día en el que había argumentos sólidos para quejarse con rabia de los árbitros. Sin embargo, era también un peligroso mensaje arroparse en ese hecho porque podía dejar en un segundo plano la tan mala primera parte completada por los futbolistas de Raül Agné.
El técnico de Mequinenza, que otras veces no ha dudado en criticar fuertemente los arbitrajes recibidos, no perdió ni un segundo en hablar sobre la actuación arbitral. No era el día. No quería excusas. Por eso, el entrenador del Nàstic prefirió señalar a sus jugadores. No le había gustado nada la primera parte y eso había marcado el resto del partido. Tanto, que incluso había pasado por encima de la polémica arbitral. Por eso fue tan firme en sus palabras que sirvieron como azote: «Las acciones puntuales influyen en el resultado, pero tenemos que tener presente que tenemos que ser más de la segunda parte. No podemos permitirnos de la primera parte. Con equipos que están abajo nos cuesta y el gol que encajamos no lo podemos permitir».
Los jugadores parecían haber recibido un mensaje similar en los vestuarios porque ni Joan Oriol ni Eric Montes, los dos jugadores que salieron a zona mixta, se centraron demasiado en los árbitros. Los dos denunciaron que se habían equivocado, pero también quisieron incidir en su mala primera mitad. El partido ante el Sabadell servirá como lección. Se espera que para los árbitros también.